El sacerdocio femenino es
una cuestión cerrada y al parecer también lo es el diaconado para la mujer. Sin
embargo el mismo suplemento femenino de "L'Osservatore Romano" da
gran realce a una simpática religiosa dominica sueca, Madeleine Fredell,
"feminista, exploradora de una teología creativa y viva, políticamente
comprometida", que no esconde que se siente
"llamada a ser también sacerdote" y que al no poder
serlo concluye diciendo:
"Sin embargo, hay una sola cosa que me entristece
y es no poder pronunciar la homilía durante la misa.
Predicar es mi vocación como dominica y aunque puedo hacerlo casi en todas
partes, a veces incluso en la iglesia luterana, estoy convencida de que
escuchar la voz de las mujeres en el momento de la homilía enriquecería nuestro
culto católico".
Y desde aquí surge el titular: No a la mujer sacerdote. Pero al menos que pronuncie la homilía.
Para el experto Vaticanista Sandro Magister se explica en el suplemento del
vaticano cuáles serían estos pasos para que la mujer pronunciara una homilía:
La primera condición, escribe Bianchi, (prior de Bose
y consultor del consejo pontificio para la unidad de los cristianos), es el
"mandatum praedicandi" que el obispo deberá
conferir a los fieles, mujeres y hombres, que considere adecuados para
pronunciar las homilías.
La segunda es la bendición que durante la misa, antes
de la homilía, el sacerdote celebrante dará a la mujer u hombre a los que
confíe la predicación, para demostrar queforma parte del propio culto.
La tercera condición es que el fiel, mujer u hombre,
sea consciente del propio carisma pero también de la necesidad de ejercerlo con
la autorización del obispo mediante una"imposición de manos que
es una bendición, no un sacramento".
Sin embargo Sandro Magister
nos recuerda para empezar, que está el código de derecho canónico que prohíbe
al fiel laico, ya sea hombre o mujer, predicar la homilía.
De hecho, el canon 767 § 1 establece que: "Entre las formas de predicación destaca la homilía, que es
parte de la misma liturgia y está reservada al sacerdote o al diácono".
Es decir que en palabras del vaticanista el suplemento
femenino de L'Osservatore se ha metido en un territorio que ya ha sido acotado
previamente. No obstante en la historia no faltan casos eminentes de
mujeres predicadoras, también en las catedrales y bajo el
mandato de obispos y Papas. "Donne Chiesa Mondo" da gran importancia
a las 61 "homilías" que nos han llegado de Hildegarda de Bingen (1098-1179), proclamada
doctora de la Iglesia por Benedicto XVI. Y Bianchi cita otros casos.
Como es obvio que el semanario femenino se haga eco de
este hecho muestra una vez más que el feminismo católico sigue
dispuesto a dar la batalla al inmovilismo de la Iglesia en
campos, donde ya se ha experimentado con anterioridad y donde el Papa Francisco
no muestra ninguna sensibilidad especial hacia el deseo de hombres y mujeres
por predicar la homilía, sin necesidad de acceder al sacerdocio o al diaconado.
(Carmen
Bellver).
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