“Queridos
hermanos y hermanas: En esta catequesis presentamos la historia de Nabot que
nos muestra al poder y la autoridad que pierden su dimensión de servicio y de
misericordia. El rey Ajab quiere comprar la viña de Nabot por conveniencia
personal. Nabot se niega, porque para Israel la tierra es de Dios, prenda de su
bendición, y se debe custodiar y trasmitir a la siguiente generación. Ajab se
enfurece por no haber satisfecho su deseo. La reina Jezabel usará su poder para
matar a Nabot y así quedarse con la viña”.
Hablando en
italiano el Papa Francisco señaló que la riqueza y el poder son realidades que pueden ser buenas y
útiles al bien común, pero si están puestas al servicio de los pobres y de
todos con justicia y caridad. En cambio si son vividas como privilegio, egoísmo
y prepotencia se transforman en instrumentos de corrupción y de muerte: “Es la
historia de la trata de personas, del trabajo esclavo, de la pobre gente que
trabaja en negro, con lo mínimo, para enriquecer a los potentes. Es la historia
de los políticos corruptos que quieren más, y más, y más”.
“Qué lejos
está esto de la palabra de Jesús: «Quien quiera ser el primero… sea el servidor
de todos» (Mc 9,35). Sin la dimensión del servicio, el poder se convierte en
arrogancia y opresión. Si no hay justicia, misericordia y respeto a la vida, la
autoridad se queda en mera codicia, que destruye a los demás en su afán de
poseer”.
La
misericordia puede sanar las heridas y cambiar la historia, afirmó el Sucesor de Pedro, porque la
misericordia divina es más fuerte del pecado de los hombres:
“Pero la
misericordia puede vencer el pecado. Dios envía a Elías para que amoneste al
rey y se arrepienta. Con todo, el mal causado dejará una herida que tendrá
consecuencias en la historia. Sólo Jesús puede sanar estas heridas y cambiar la
historia, pues desde el trono de la cruz, el verdadero rey sale a nuestro
encuentro, vence el pecado y la muerte, y nos da la vida”.
Concluyendo
su catequesis, el
Santo Padre pidió que el ejemplo de Jesús “transforme nuestra concepción de
poder para que siempre vivamos nuestra responsabilidad como un servicio, en el
que manifestar su misericordia a los demás”.
(GM – RV)
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