sábado, 19 de diciembre de 2015


Sal 70, 3-4a. 5-6ab. 16-17

Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria.
Sé tú mi roca de refugio, 
el alcázar donde me salve, 
porque mi peña y mi alcázar eres tú. 
Dios mío, líbrame de la mano perversa.
Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria. 
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza 
y mi confianza, Señor, desde mi juventud. 
En el vientre materno ya me apoyaba en ti, 
en el seno tú me sostenías.
Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria
Contaré tus proezas, Señor mío, 
narraré tu victoria, tuya entera. 
Dios mío, me instruiste desde mi juventud, 
y hasta hoy relato tus maravillas.
Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria.

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