En la catequesis del último miércoles del
año, el Papa Francisco reflexionó sobre la Navidad del Señor en el Jubileo de
la Misericordia, y en modo particular en la devoción al Niño Jesús, que tantos
santos y santas han cultivado en su oración cotidiana. Así, recordó en
particular a Santa Teresita del Niño Jesús, que supo vivir y dar
testimonio de aquella "infancia espiritual": la humildad de
Dios que se hizo pequeño por nosotros. "Esto es un gran misterio, -dijo -
Dios es humilde, y nosotros, que somos orgullosos, llenos de vanidad, y
nos creemos grandes cosas…no somos nada. Él es grande y se hace niño. Dios
es humilde".
La devoción al Niño Jesús nos
permite meditar, siguiendo el ejemplo de la Virgen María, la humildad de Dios,
que se hace pequeño por nosotros, y a pesar de que sabemos poco de la infancia
de Jesús, podemos aprender mucho de Él mirando a los niños. Así el Santo Padre
señaló el significado particular que esto tiene para nuestra fe, porque, si
bien "es verdad que su muerte de cruz y su resurrección son la
máxima expresión de su amor redentor", no debemos olvidar que toda
su vida terrenal "es revelación y enseñanza".
Así es como en el período navideño
“recordamos su infancia”. Para crecer en la fe, necesitaríamos
"contemplar más a menudo al Niño Jesús". De este modo
descubrimos ante todo que los niños quieren nuestra atención, ellos deben estar
en el centro: "Ellos tienen que estar en el centro, ¿por qué? ¿Por qué son
orgullosos? ¡No!, porque necesitan sentirse protegidos". Y aunque pueda
parecer una paradoja, tenemos la responsabilidad de proteger al Niño
Jesús: "También Jesús quiere que lo estrechemos en nuestros brazos,
que le demostremos nuestro amor, nuestro interés. Que abandonemos nuestra
pretensión de autonomía y acojamos la verdadera forma de la libertad, que
consiste en reconocer y servir a quien tenemos delante. Él ha venido a
revelarnos el rostro del Padre, rico en misericordia".
Por todo esto, el pontífice exhortó
finalmente a que recibamos al Señor en nuestros corazones,
demostrándole nuestro amor, y el gozo de saber que "Él siempre está en
medio de nosotros". "Y será bello cuando regresemos a casa,
acercarnos al pesebre, besar al Niño Jesús, y decirle: Jesús yo quiero ser
humilde como tú, humilde como Dios. Pedirle esta gracia".
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