"Jesús nació en un pesebre. Muchos, hoy, nacen y viven simplemente...
donde pueden"
Existen muchos lugares en
los que poder ganar el perdón del Año
Jubilar de la Misericordia. En
Roma, en las catedrales, basílicas e iglesias habilitadas a tal efecto, como es
tradicional. Pero también en otros rincones. Especialmente significativos son
los arcos de las celdas de todas las prisiones del
mundo, en una hermosísima metáfora incluida en la Bula con la que el Papa
Francisco convocó el Jubileo; o los portalones de madera de la
catedral de Bangui, que Bergoglio abrió una semana antes en su
histórica visita a Centro-áfrica. Pero, sin lugar a dudas, una puerta destaca
sobre otras.
No es una portada de hierro forjado, con goznes
dorados o preciosos relieves. En realidad, ni siquiera se trata de una puerta.
Es una pequeña tienda de campaña blanca y raída por el viento y la arena del
desierto, con las inscripciones del programa de refugiados de Naciones Unidas.
Se encuentra en el campo de refugiados a las afueras de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, donde se hacinan
medio millón de personas a diario.
Un gesto, el de abrir una de las puertas de la
Misericordia en un campo de refugiados,que indica
claramente el auténtico camino de este Año Jubilar: dar de comer al hambriento,
de beber al sediento, vestir al desnudo, acompañar al que nada tiene... Hacer
nuestros los sufrimientos de nuestros hermanos y hermanas en todos los rincones
de la Tierra.
Curiosamente, la Puerta Santa de Erbil
también alberga un pequeño Belén, con el que los pocos cristianos
que malviven en el campo de refugiados, y los miles de musulmanes que -soy
testigo de ello-, celebran la Navidad junto a ellos, recuerda que en estas
fechas, hace más de dos mil años, otros peregrinos -que después resultaron
también perseguidos y hubieron de refugiarse en Egipto- no encontraron más que
un establo en el que refugiarse, y un pesebre en el que traer al mundo una
nueva vida. La Nueva Vida.
El niño Dios puede nacer en muchos sitios, pero me
temo que el rincón que, hoy día, le resulte más familiar, sea una de estas
tiendas de campaña donde centenares de miles de personas se hacinan huyendo de
la guerra y de la muerte. El niño Dios nació en un
pesebre. Muchos, hoy, nacen y viven simplemente... donde pueden.
También ahí, sobre todo ahí, es necesaria, más que nunca, la Misericordia.
Jesús Bastante,
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