"Rezad y trabajad para que la Iglesia se asemeje cada vez más al
modelo de los Hechos de los Apóstoles"
Al recibir a los participantes en la Asamblea Plenaria
de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el
primer jueves de diciembre, que analizaron el futuro de la misión "ad
gentes", el Papa Francisco los saludó recordando lo que él mismo pudo ver
durante su reciente viaje apostólico al continente africano:
"Estoy de regreso de mi primer viaje apostólico a
África, donde he tocado con las manos el dinamismo espiritual y pastoral de
tantas jóvenes Iglesias de aquel continente, como también las graves dificultades en que vive buena parte de la
población. He podido constatar que, allí donde hay necesidades, casi
siempre hay una presencia de la Iglesia dispuesta a curar las heridas de
los más necesitados, en los que reconoce el cuerpo llagado y crucificado del
Señor Jesús. ¡Cuántas obras de caridad, de promoción humana! ¡Cuántos anónimos
buenos samaritanos trabajan cada día en las misiones!".
Tras destacar que la Iglesia es evangelizadora
por su misma naturaleza y aludir al Decreto conciliar Ad gentes
y a la Encíclica Redemptoris missio, de San Juan Pablo II, documentos
inspiradores de esta Plenaria, el Papa Bergoglio se refirió a la investigación
que este Dicasterio llevó a cabo en los meses pasados acerca de la vitalidad de
las Iglesias jóvenes, para comprender cómo hacer más eficaz la obra de esta
misión "ad gentes", teniendo en cuenta también la ambigüedad a la que
hoy suele estar expuesta la experiencia de la fe.
Por esta razón el Pontífice afirmó que el mundo
secularizado, incluso cuando se muestra acogedor hacia los valores evangélicos
del amor, de la justicia, de la paz y de la sobriedad, no muestra la misma
disponibilidad hacia la persona de Jesús, a quien no lo considera Mesías ni
Hijo de Dios, sino al máximo, "un hombre iluminado". Y agregó que es
vital que en el momento presente la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a
todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, "sin
demora, sin repulsiones y sin miedo" (Exhortación apostólica Evangelii
gaudium, 23).
"En efecto, la misión es una fuerza capaz
de transformar a la Iglesia en su propio interior antes que la vida de los
pueblos y de las culturas. Por tanto, que cada parroquia haga propio
el estilo de la missio ad gentes. De este modo, el Espíritu Santo transformará
a los fieles rutinarios en discípulos, los discípulos desapegados en
misioneros, sacándolos de los miedos y de las cerrazones y proyectándolos hacia
cada dirección, hasta los confines de la tierra (Cfr. Hch 1,8)".
Después de destacar que los
primeros evangelizadores, como los apóstoles Pablo y Bernabé no disponían de un
Dicasterio misionero como ahora, el Papa Francisco les agradeció la labor que
realizan diciendo textualmente:
"Les agradezco su trabajo de animación y
cooperación misionera, con el que recuerdan a toda las Iglesias que, si están
constreñidas en sus propios horizontes, corren el riesgo de atrofiarse y
apagarse. La Iglesia vive y crece "en salida",
tomando la iniciativa y haciéndose prójimo. Por eso ustedes animan a
las comunidades a ser generosas también en los momentos de crisis
vocacional".
Además el Papa les recordó
que "la misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad
cristiana", dando nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones"
(Redemptoris missio, 2).
"En los tantos
senderos de la missio ad gentes ya es visible el alba del nuevo día, como lo
demuestra el hecho de que las jóvenes Iglesias saben dar, y ni sólo
recibir".
El Santo Padre Francisco al final de su alocución los
invitó a rezar y a trabajar para que la Iglesia se asemeje cada vez más al
modelo de los Hechos de los Apóstoles, dejándose impulsar por la
fuerza del Evangelio y del Espíritu Santo. Y se despidió con estas palabras:
"Que María Santísima,
Madre de Dios, san Francisco Javier y santa Teresita del Niño Jesús, patronos
de las misiones, iluminen nuestros pasos en el servicio al Evangelio del Señor
Jesús. Los acompaño con la bendición apostólica y les pido, por favor, que
recen por mí".
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