Carlos Osoro: Los que oponen doctrina a soluciones
pastorales "no han leído el pensamiento de Francisco sobre la
familia"
Sistach: "Habrá que juzgar y hacer propuestas
para potenciar la salud y curar las anomalías de las familias de hoy”
Cuatro días antes de que se abriese en Roma la
XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos,
la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), reunida en
Madrid, deliberaba sobre este importante acontecimiento eclesial, en concreto,
sobre la reforma de los procesos denulidad matrimonial a
la luz de los motus proprios de Francisco presentados a principios de
septiembre en el Vaticano. Ambos decretos causaron cierta conmoción en sectores
eclesiales poco propicios a las reformas del Papa, que consideraron que con
ellos se introducía "el divorcio católico".
No lo ven
así al menos tres de los miembros de la delegación española que asistirá, del 4
al 25 de octubre, a la asamblea sinodal.
En declaraciones a Vida Nueva, Mario Iceta, obispo responsable de Familia y Vida,
niega la mayor. "A su regreso del Encuentro Mundial de las Familias de
Filadelfia, el Papa ha remarcado que el motu proprio en ningún modo puede
considerarse como un divorcio católico. Las circunstancias actuales hacen
necesaria una adecuada diversidad de itinerarios en este procedimiento, que
siempre es doloroso y complicado. No se trata de ‘anular' un
matrimonio, sino de reformar el procedimiento de declaración de nulidad en
determinadas circunstancias y si existen razones fundadas para invocarlo, de
modo que sea más ágil sin por ello perder objetividad ni verdad, pues de eso se
trata, de conocer la verdad ante Dios de la situación".
El cardenal Lluís Martínez Sistach,
que asistirá al Sínodo por invitación expresa del Papa, no oculta su alegría
por una medida que, como apunta, ya habían pedido algunos cardenales en el
consistorio de 2014 y en el Sínodo extraordinario del pasado año. "Estoy contento porque con esta reforma se facilita el camino para
que los matrimonios que no son válidos se puedan declarar nulos con más rapidez y
menos o nada costes económicos". Para el arzobispo de Barcelona, ese
decreto es, además, "una manera de ayudar a los esposos cristianos para
que puedan, si su matrimonio canónico es nulo, contraer un nuevo matrimonio y
poder confesarse y comulgar. Esta reforma de Francisco armoniza la fidelidad a la indisolubilidad con la misericordia de
la Iglesia. Hay que agradecer al papa Francisco esta reforma y que
lo haya hecho siguiendo lo que se pidió en la anterior asamblea sinodal en la
relación final".
Tampoco hay lugar para la duda en Carlos Osoro. El arzobispo de Madrid considera que
estas disposiciones pontificias "son una puerta para hacer una pastoral
matrimonial más sólida, más rápida, más eficaz, y también una puerta
para responder a las necesidades reales que tienen las familias en estos
momentos; familias que, con mayores o menores dificultades, necesitan el
acompañamiento de la Iglesia".
No se les escapa a estos padres sinodales la tensión que se ha creado en torno a esta asamblea, con posturas
divergentes sobre hasta dónde han de llegar las reformas, y con
el tema de la comunión de los divorciados vueltos a casar como piedra de toque.
Para Osoro, esos otros obispos y cardenales que oponen
doctrina a soluciones pastorales, como pide Francisco, "en muchos casos no
se han leído todo el pensamiento del Papa sobre la familia, que no
solamente lo ha desarrollado desde que fue nombrado sucesor de Pedro, sino que
hay que ver todo lo que él dijo sobre la familia siendo arzobispo de Buenos
Aires. Tiene tal profundidad, belleza y fuerza que, si los que dicen cosas
distintas lo leyeran, firmarían claramente lo que plantea Francisco".
Para Sistach, este clima enrarecido entre
sinodales se debe, "en gran parte, a que no se cree que los que hablan
sobre estas cuestiones quieren respetar la indisolubilidad del matrimonio
cristiano, pero también porque se quiere reflexionar sobre qué se
puede hacer para dar una respuesta pastoral a personas cristianas con una
situación matrimonial peculiar". Con esto último se refiere el purpurado
catalán a "un problema pastoral considerable, sobre todo en América del
Sur, donde hay muchísimas personas jóvenes y adultas con un elevado porcentaje
de divorcios y nuevas uniones que desean comulgar con los hijos en la misa
dominical. El Papa, que fue arzobispo de la gran Buenos Aires, vive
intensamente este problema pastoral. Y hay que decir que nos encontramos con una cuestión difícil: cómo armonizar la
fidelidad y la misericordia. Por ello se reflexiona y se habla.
Pienso que conviene verlo así".
También desde la perspectiva de la comunión
quiere encauzarlo el obispo de Bilbao. Iceta recuerda que eso precisamente es
un Sínodo, "una gracia para la Iglesia, un don del Espíritu Santo, donde
el Papa nos convoca para orar, reflexionar, dialogar,
escuchar, argumentar, discernir y proponer respuestas a los
temas que él pide sean tratados y discernidos". Frente a eso, estima que
"no debe entenderse como una confrontación de diversas posturas, sino más
bien como un ejercicio de sinodalidad, es decir, de búsqueda en comunión de
propuestas discernidas a la luz de Dios buscando su voluntad y partiendo de la
Escritura, la Tradición, el Magisterio, de modo que puedan iluminar con nueva
luz los desafíos que plantea hoy la pastoral familiar".
Él, que
va en representación de la CEE en una delegación que encabeza su presidente,
Ricardo Blázquez, está convencido de que este Sínodo, que se convoca bajo el
lema de La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo
contemporáneo, "será un tiempo de verdadera gracia para la Iglesia".
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