“Jesús
sigue golpeando nuestra puerta en el rostro del hermano”: fueron las palabras
del Papa Francisco al reunirse con las personas
sin techo en el Centro Caritativo de la Parroquia
de San Patricio de Washington. En su segundo día en los Estados Unidos, el Pontífice quiso hacer sentir su cercanía a las 200 personas
sin hogar de la capital estadounidense, que lo estaban esperando.
Francisco comenzó su discurso recordando que en la vida de san José,
hubo situaciones difíciles de enfrentar, como cuando Jesús estaba a punto de
nacer y no tenía un techo, un alojamiento. “El Hijo de Dios supo lo que es
comenzar la vida sin un techo”, recordó Obispo de Roma, invitándolos a imaginar
las preguntas de José en ese momento tan delicado: ¿Cómo el Hijo de Dios no
tiene un techo para vivir?
Tras afirmar que “las preguntas de José siguen presentes hoy, acompañando a
todos los que a lo largo de la historia han vivido y están sin un hogar”, el
Santo Padre subrayó que José era sobre todo un hombre de fe y esta fe le
permitió encontrar luz en los momentos difíciles de su vida. “Ante situaciones
injustas, dolorosas, la fe nos aporta esa luz que disipa la oscuridad” - dijo
el Papa - y al igual que a José “nos abre a la presencia silenciosa de
Dios en toda vida”.
Refiriéndose a la falta de alojamiento como “situaciones injustas”, el
Vicario de Cristo subrayó que Dios está sufriéndolas con nosotros y “no nos
deja solos.”
“Es la fe que nos hace saber que Dios está con ustedes” – prosiguió el Papa
– en medio nuestro, y su presencia nos moviliza a la caridad”. Y esta
caridad nace de la llamada de Dios a nuestra puerta, “para invitarnos al amor,
a la compasión, a la entrega de unos por otros”. “Jesús – afirmó– sigue
golpeando nuestra puerta en el rostro del hermano, en el rostro del vecino, en
el rostro del que está a nuestro lado”.
Francisco insistió entonces en la ayuda eficaz de la oración que hermana,
la oración en la que se encuentra la fuerza para no volverse insensible ante
las situaciones de injusticia.
Finalmente, el deseo del Papa de unirse a ellos, “necesito su apoyo – dijo
– su cercanía”. Y la invitación a rezar juntos, para continuar “con este sostén
que nos ayuda a vivir la alegría de saber que Jesús siempre está en medio
nuestro”.
(MCM-RV)
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