jueves, 24 de septiembre de 2015

Jesús sigue golpeando nuestra puerta con el rostro del hermano, dijo el Papa a las personas sin techo


“Jesús sigue golpeando nuestra puerta en el rostro del hermano”: fueron las palabras del Papa Francisco al reunirse con las personas sin techo en el Centro Caritativo de la Parroquia de San Patricio de Washington. En su segundo día en los Estados Unidos, el Pontífice quiso hacer sentir su cercanía a las 200 personas sin hogar de la capital estadounidense, que lo estaban esperando.
Francisco comenzó su discurso recordando que en la vida de san José, hubo situaciones difíciles de enfrentar, como cuando Jesús estaba a punto de nacer y no tenía un techo, un alojamiento. “El Hijo de Dios supo lo que es comenzar la vida sin un techo”, recordó Obispo de Roma, invitándolos a imaginar las preguntas de José en ese momento tan delicado: ¿Cómo el Hijo de Dios no tiene un techo para vivir?
Tras afirmar que “las preguntas de José siguen presentes hoy, acompañando a todos los que a lo largo de la historia han vivido y están sin un hogar”, el Santo Padre subrayó que José era sobre todo un hombre de fe y esta fe le permitió encontrar luz en los momentos difíciles de su vida. “Ante situaciones injustas, dolorosas, la fe nos aporta esa luz que disipa la oscuridad” - dijo el Papa -  y al igual que a José “nos abre a la presencia silenciosa de Dios en toda vida”.
Refiriéndose a la falta de alojamiento como “situaciones injustas”, el Vicario de Cristo subrayó que Dios está sufriéndolas con nosotros y “no nos deja solos.”
“Es la fe que nos hace saber que Dios está con ustedes” – prosiguió el Papa – en medio nuestro, y su presencia nos moviliza a la caridad”. Y esta caridad nace de la llamada de Dios a nuestra puerta, “para invitarnos al amor, a la compasión, a la entrega de unos por otros”. “Jesús – afirmó– sigue golpeando nuestra puerta en el rostro del hermano, en el rostro del vecino, en el rostro del que está a nuestro lado”.
Francisco insistió entonces en la ayuda eficaz de la oración que hermana, la oración en la que se encuentra la fuerza para no volverse insensible ante las situaciones de injusticia.
Finalmente, el deseo del Papa de unirse a ellos, “necesito su apoyo – dijo – su cercanía”. Y la invitación a rezar juntos, para continuar “con este sostén que nos ayuda a vivir la alegría de saber que Jesús siempre está en medio nuestro”. 

(MCM-RV)

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