«Me
afirma quien la conoció muchos días, que nadie la conversó que no se perdiese
por ella; y que, niña y doncella, seglar y monja, reformada y antes que se
reformase, fue con cuantos la veían como la piedra imán con el hierro; que el
aseo y buen parecer de su persona, y la discreción de su habla, y la suavidad
templada con honestidad de su trato, la hermoseaban de manera que el profano y
el santo, el distraído y el de reformadas costumbres, los de más y los de menos
edad, sin salir ella en nada de lo que debía a sí misma, quedaban como presos y
cautivos de ella, pues en estos naturales, como en tierra fértil y sazonada,
prendió luego con firmes y hondas raíces la gracia que recibió en el bautismo,
de manera que en los primeros años de su niñez dio claras muestras de lo que
después pareció en ella».
Fray
Luis de León
Fuente: Blog de las carmelitas descalzas de Puzol.
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