miércoles, 26 de agosto de 2015

El papado romano. "Acompañar al Papa Francisco en su difícil tarea de renovar la Iglesia"

Esa institución eclesiástica muy original y singular que hace historia sobre todo con su actual representante el papa Francisco. Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano que desde el comienzo ha llamado la atención por su originalidad y estilo sencillo tan en discordancia con la tradición de los papas romanos de la historia. Ha hecho historia su intervención para que el gobierno norteamericano termine con las sanciones impuestas a Cuba y últimamente ha tenido una larga entrevista con nuestra presidenta Michel Bachelet. Queremos explorar la tarea que tiene delante de sí nuestro papa Francisco. Así comprenderemos mejor muchas de sus actuaciones, algunas tan criticadas por elementos oponentes.
Ya Juan Pablo II, un predecesor tan distinto del Papa Francisco, se preguntaba cuál sería el “munus Petri” (“la tarea del sucesor de Pedro”). Tal vez estaría pensando en predecesores suyos como los Gregorios o los papas de la Edad Media o Moderna. El Papa Francisco, sin duda se ha hecho esta pregunta pero, según parece desde muy diversos planteamientos.
Encuentro enormemente significativo un gesto del Papa Francisco al comienzo mismo de su ministerio papal. Recién nombrado apareció en el balcón papal, quería dar la primera bendición a sus primeros súbditos, los fieles de Roma, porque al ser elegido Papa fue ante todo nombrado obispo de Roma. La plaza de San Pedro estaba llena de los fieles romanos que habían ido al llamado del humo blanco, anuncio de la elección papal y el papa Francisco en vez de darles la bendición, inclinó la cabeza y pidió al pueblo romano que el pueblo mismo lo bendijera. Ahí veo yo la expresión de toda una conciencia, de todo un programa, de toda una tarea que se imponía al haber sido elegido obispo de Roma. Francisco quiso que primero lo bendijera el pueblo. Hubiera querido tal vez que el pueblo le hubiera elegido “a mano alzada” como se hacía con los primeros papas y obispos. ¿Y por qué no se podría volver a lo mismo? La población de Roma era el “Pueblo de Dios”, era “la Iglesia”, lo normal es que la Iglesia escoja su Papa.
El fue elegido por electores escogidos por antecesores suyos, papas igualmente. ¿Es eso normal?, podría haberse preguntado razonablemente el Papa Francisco.
Linda tarea le espera, hacer que el pueblo romano y el pueblo de miles de diócesis sean realmente un pueblo de Dios consciente y responsable que pueda escoger en lo sucesivo a sus obispos y al mismo Papa.
Nos preguntamos qué podrá hacer el Papa Francisco atrapado en una situación no creada por él sino impuesta desde hace siglos. Desde siglos que la Iglesia lleva esa estructura de una sociedad dividida entre jerarquía arriba y fieles sin voz ni voto. ¿Cómo poner al día “aggiornar” una Iglesia tan sólidamente estructurada con esquemas ya establecidos en prácticas seculares?
El Papa había aceptado el desafío como la voluntad de Dios que lo embarcaba en una tarea casi imposible. Debía, como se ha dicho, saltar fuera de su propia sombra. Es decir como renegar de su ser para estructurarse nuevamente, lo que no hicieron los papas del concilio: Juan XXIII, Pablo VI y menos sus sucesores Juan Pablo II y Benedicto XVI. Esto sería su tarea en adelante. Nos preguntamos ahora cuáles podrán ser los colaboradores que puedan apoyar este camino del Papa Francisco. Los colaboradores espirituales tendrán como apoyo evidentemente el Espíritu Santo y el mismo evangelio de Jesús bajo la luz de un discernimiento espiritual.
En Evangelii Gaudium encontramos líneas trazadas bajo estas directrices. Los colaboradores sociales serán ante todo los que se comprometen con la meta propuesta por el Concilio Vaticano II en la creación de un Pueblo de Dios, de una Iglesia Pueblo de Dios conforme a una Iglesia construida desde las bases de un pueblo creyente y que se verifica como pueblo a partir de su fe. Un pueblo consciente de su misión que es el Reino de Dios ya desde este mundo respondiendo a las demandas de una humanidad que quiere ser libre, equitativa y fraternal.
Los pasos serán señalados y marcados por las realidades sociales que encontrará el Papa Francisco en su camino.
Habrá limitaciones muchas veces para lo que él se proponga hacer. Las limitaciones serían fundamentalmente las de la estructura eclesial en la que se encuentra metido el mismo papa Francisco. Sencillamente el de ser Papa con obispos nombrados por él y un clero que lo separa en cierta manera del pueblo fiel que es la Iglesia en su conjunto.
Creo que estamos empezando a ver cómo el Papa Francisco enfrenta estas coyunturas y las supera.
Algunos ejemplos de pasos típicos dados por el Papa Francisco: La convocatoria de los “pueblos postergados” en Roma hace dos años, el llamado a que se organicen; las iniciativas respecto al Sínodo sobre la Familia con sus reuniones de octubre a octubre; las intervenciones a favor de los pueblos de Cuba y el palestino; sus intervenciones a favor de los emigrantes del Africa.
Hemos de recordar que el Papa Francisco no es un avanzado ni menos un extremista, nunca lo ha sido. Recordemos que los cambios en la Iglesia han de ser procesos que toman tiempo. Advertimos que los mismos pasos que se han dado han sido cautelosos. Que el Sínodo de la familia ha tenido sus hándicaps y resistencias y que el mismo Francisco no ha sido insensible a ellas. A nosotros nos corresponde responder desde nuestra situación a los requerimientos del Espíritu y de la reforma del Concilio Vaticano II.
Finalmente derivemos de todo lo dicho nuestras conclusiones. ¿Cuál es en la presente coyuntura nuestra tarea? Acompañar al Papa Francisco en su difícil tarea de renovar la Iglesia desde una jerarquía marcada por estructuras antiguas y rígidas del pasado, y de nuestra parte cooperar al cambio de la Iglesia desde la libertad de los hijos de Dios.
José Aldunate, SJ
Residencia de San Ignacio en Santiago - 24 de junio de 2015


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