Esa
institución eclesiástica muy original y singular que hace historia sobre todo
con su actual representante el papa Francisco. Jorge Mario Bergoglio, el primer
papa latinoamericano que desde el comienzo ha llamado la atención por su
originalidad y estilo sencillo tan en discordancia con la tradición de los
papas romanos de la historia. Ha hecho historia su intervención para que el
gobierno norteamericano termine con las sanciones impuestas a Cuba y
últimamente ha tenido una larga entrevista con nuestra presidenta Michel
Bachelet. Queremos explorar la tarea que tiene delante de sí nuestro papa
Francisco. Así comprenderemos mejor muchas de sus actuaciones, algunas tan
criticadas por elementos oponentes.
Ya Juan Pablo
II, un predecesor tan distinto del Papa Francisco, se preguntaba cuál sería el
“munus Petri” (“la tarea del sucesor de Pedro”). Tal vez estaría
pensando en predecesores suyos como los Gregorios o los papas de la Edad Media
o Moderna. El Papa Francisco, sin duda se ha hecho esta pregunta pero, según
parece desde muy diversos planteamientos.
Encuentro
enormemente significativo un gesto del Papa Francisco al comienzo mismo de su
ministerio papal. Recién nombrado apareció en el balcón papal, quería dar la primera
bendición a sus primeros súbditos, los fieles de Roma, porque al ser elegido
Papa fue ante todo nombrado obispo de Roma. La plaza de San Pedro estaba llena
de los fieles romanos que habían ido al llamado del humo blanco, anuncio de la
elección papal y el papa Francisco en vez de darles la bendición, inclinó la
cabeza y pidió al pueblo romano que el pueblo mismo lo bendijera. Ahí veo yo la
expresión de toda una conciencia, de todo un programa, de toda una tarea que se
imponía al haber sido elegido obispo de Roma. Francisco quiso que primero lo
bendijera el pueblo. Hubiera querido tal vez que el pueblo le hubiera elegido
“a mano alzada” como se hacía con los primeros papas y obispos. ¿Y por qué no
se podría volver a lo mismo? La población de Roma era el “Pueblo de Dios”, era
“la Iglesia”, lo normal es que la Iglesia escoja su Papa.
El fue
elegido por electores escogidos por antecesores suyos, papas igualmente. ¿Es
eso normal?, podría haberse preguntado razonablemente el Papa Francisco.
Linda tarea
le espera, hacer que el pueblo romano y el pueblo de miles de diócesis sean
realmente un pueblo de Dios consciente y responsable que pueda escoger en lo
sucesivo a sus obispos y al mismo Papa.
Nos
preguntamos qué podrá hacer el Papa Francisco atrapado en una situación no
creada por él sino impuesta desde hace siglos. Desde siglos que la Iglesia
lleva esa estructura de una sociedad dividida entre jerarquía arriba y fieles
sin voz ni voto. ¿Cómo poner al día “aggiornar” una Iglesia tan
sólidamente estructurada con esquemas ya establecidos en prácticas seculares?
El Papa había
aceptado el desafío como la voluntad de Dios que lo embarcaba en una tarea casi
imposible. Debía, como se ha dicho, saltar fuera de su propia sombra. Es decir
como renegar de su ser para estructurarse nuevamente, lo que no hicieron los
papas del concilio: Juan XXIII, Pablo VI y menos sus sucesores Juan Pablo II y
Benedicto XVI. Esto sería su tarea en adelante. Nos preguntamos ahora cuáles
podrán ser los colaboradores que puedan apoyar este camino del Papa Francisco.
Los colaboradores espirituales tendrán como apoyo evidentemente el Espíritu
Santo y el mismo evangelio de Jesús bajo la luz de un discernimiento
espiritual.
En Evangelii
Gaudium encontramos líneas trazadas bajo estas directrices. Los
colaboradores sociales serán ante todo los que se comprometen con la meta
propuesta por el Concilio Vaticano II en la creación de un Pueblo de Dios, de
una Iglesia Pueblo de Dios conforme a una Iglesia construida desde las bases de
un pueblo creyente y que se verifica como pueblo a partir de su fe. Un pueblo
consciente de su misión que es el Reino de Dios ya desde este mundo
respondiendo a las demandas de una humanidad que quiere ser libre, equitativa y
fraternal.
Los pasos
serán señalados y marcados por las realidades sociales que encontrará el Papa Francisco
en su camino.
Habrá
limitaciones muchas veces para lo que él se proponga hacer. Las limitaciones
serían fundamentalmente las de la estructura eclesial en la que se encuentra
metido el mismo papa Francisco. Sencillamente el de ser Papa con obispos
nombrados por él y un clero que lo separa en cierta manera del pueblo fiel que
es la Iglesia en su conjunto.
Creo que
estamos empezando a ver cómo el Papa Francisco enfrenta estas coyunturas y las
supera.
Algunos
ejemplos de pasos típicos dados por el Papa Francisco: La convocatoria de los
“pueblos postergados” en Roma hace dos años, el llamado a que se organicen; las
iniciativas respecto al Sínodo sobre la Familia con sus reuniones de octubre a
octubre; las intervenciones a favor de los pueblos de Cuba y el palestino; sus
intervenciones a favor de los emigrantes del Africa.
Hemos de
recordar que el Papa Francisco no es un avanzado ni menos un extremista, nunca
lo ha sido. Recordemos que los cambios en la Iglesia han de ser procesos que
toman tiempo. Advertimos que los mismos pasos que se han dado han sido
cautelosos. Que el Sínodo de la familia ha tenido sus hándicaps y resistencias
y que el mismo Francisco no ha sido insensible a ellas. A nosotros nos
corresponde responder desde nuestra situación a los requerimientos del Espíritu
y de la reforma del Concilio Vaticano II.
Finalmente
derivemos de todo lo dicho nuestras conclusiones. ¿Cuál es en la presente
coyuntura nuestra tarea? Acompañar al Papa Francisco en su difícil tarea de
renovar la Iglesia desde una jerarquía marcada por estructuras antiguas y
rígidas del pasado, y de nuestra parte cooperar al cambio de la Iglesia
desde la libertad de los hijos de Dios.
José
Aldunate, SJ
Residencia de
San Ignacio en Santiago - 24 de junio de 2015
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