«En más de una ocasión quise ser voz de las atroces, inhumanas e
inexplicables persecuciones de quien —sobre todo entre los cristianos— es
víctima del fanatismo y de la intolerancia, a menudo ante los ojos y el
silencio de todos».
Lo escribe el Papa Francisco en la carta enviada, con fecha del
31 de julio, al arzobispo Maroun Elias Lahham, auxiliar de Jerusalén de los
latinos y vicario patriarcal para Jordania, en el primer aniversario de la
llegada al país medioriental de los refugiados iraquíes que huían de la llanura
de Nínive, acaecida el 8 de agosto de 2014. Portador del mensaje pontificio es
el obispo Nunzio Galantino, secretario general de la Conferencia episcopal
italiana, que del 6 al 9 de agosto se encuentra en Amán por invitación del
patriarca de Jerusalén, Fouad Twal.
«Que la opinión pública mundial –desea el
Pontífice– esté cada vez más atenta, siendo sensible y partícipe, ante las
persecuciones perpetradas en contra de los cristianos y, más en general, de las
minorías religiosas. Renuevo el deseo de que la comunidad internacional no
asista muda e inerte ante tal inaceptable crimen, que constituye una
preocupante deriva de los derechos humanos más esenciales e impide la riqueza
de la convivencia entre los pueblos, las culturas y los credos».
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