"¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas para
redescubrir el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta
Miqueas también nosotros podemos repetir: «Tú, oh Señor, eres un Dios que
cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu
cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a compadecerte
de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y
arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados (cfr 7,18-19)».
Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención durante la próxima Cuaresma, este tiempo de oración, ayuno y caridad:
«Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y Él dirá: “¡Aquí estoy!”.
Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan» (58,6-11)".
"Francisco, obispo de Roma, siervo de los siervos de Dios, a cuantos lean esta carta: gracia, misericordia y paz".
(De la Bula Misericordiae Vultus -El rostro de la misericordia-, mediante la que el Papa convocó el Jubileo de la Misericordia el pasado 11 de abril)
Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención durante la próxima Cuaresma, este tiempo de oración, ayuno y caridad:
«Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y Él dirá: “¡Aquí estoy!”.
Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan» (58,6-11)".
"Francisco, obispo de Roma, siervo de los siervos de Dios, a cuantos lean esta carta: gracia, misericordia y paz".
(De la Bula Misericordiae Vultus -El rostro de la misericordia-, mediante la que el Papa convocó el Jubileo de la Misericordia el pasado 11 de abril)
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