"La misericordia
es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción
pastoral debería estar revestida por la ternura con la que se dirige a los
creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer
de misericordia.
La credibilidad de la
Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La
Iglesia « vive un deseo inagotable de brindar misericordia ».
Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la
vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y
solamente la justicia ha hecho olvidar que ésta es el primer paso, necesario e
indispensable, pero que la Iglesia necesita ir más lejos para alcanzar una meta
más alta y más significativa.
Por otra parte, es
triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece
cada vez más. Incluso la palabra misma en algunos momentos parece evaporarse.
Sin el testimonio del perdón, sin embargo, queda solo una vida infecunda y
estéril, como si se viviese en un desierto desolado.
Ha llegado de nuevo
para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón. Es el
tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y
dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una
vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza".
Acojamos nuevamente
estas palabras de san Juan Pablo II: «La Iglesia vive una vida auténtica cuando
profesa y proclama la misericordia – el atributo más estupendo del Creador y
del Redentor – y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia
del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora».
"Francisco,
obispo de Roma, siervo de los siervos de Dios, a cuantos lean esta carta:
gracia, misericordia y paz".
(De la Bula
Misericordiae Vultus -El rostro de la misericordia-, mediante la que el Papa
convocó el Jubileo de la Misericordia el pasado 11 de abril).
News.va
No hay comentarios:
Publicar un comentario