o Santísima Trinidad (Mateo 28,16-20)
A lo largo de los siglos, los
teólogos cristianos han elaborado profundos estudios sobre laTrinidad.
Sin embargo, bastantes cristianos de nuestros días no logran captar qué tienen
que ver con su vida esas admirables doctrinas. Al parecer, hoy necesitamos oír
hablar de Dios con palabras humildes y sencillas, que toquen nuestro pobre
corazón, confuso y desalentado, y reconforten nuestra fe vacilante.
Necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial de nuestro credo para aprender a
vivirlo con alegría nueva.
«Creo en Dios Padre, creador del
cielo y de la tierra». No estamos solos ante nuestros problemas y conflictos. No
vivimos olvidados, Dios es nuestro «Padre» querido. Así lo llamaba
Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra vida.
Nos ha creado a todos solo por amor, y nos espera a todos con corazón de Padre
al final de nuestra peregrinación por este mundo. Su nombre es hoy olvidado y
negado por muchos. Nuestros hijos se van alejando de él, y los creyentes no
sabemos contagiarles nuestra fe, pero Dios nos sigue mirando a todos con amor.
Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en un Dios Creador y
Padre pues habríamos perdido nuestra última esperanza.
«Creo en Jesucristo, su único
Hijo, nuestro Señor». Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha
contado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más.
Mirándolo a él, vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y
comprensión. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo. Este Jesús, el Hijo
amado de Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para
todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado, además, el camino a
seguir: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo». Si olvidamos a Jesús,
¿quién ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá ofrecer su luz y su esperanza?
«Creo en el Espíritu Santo, Señor
y dador de vida». Este misterio de Dios no es algo lejano. Está presente en el
fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que
alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este
Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros.
José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario