De las Cartas de san Atanasio, obispo
Carta 1 a Serapión, 28-30: PG
26, 594-595. 599)
Existe, pues, una Trinidad, santa y perfecta, de la
cual se afirma que es Dios en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que no
tiene mezclado ningún elemento extraño o externo, que no se compone de uno que
crea y de otro que es creado, sino que toda ella es creadora, es consistente
por naturaleza y su actividad es única.
El Padre hace todas las cosas a través
del que es su Palabra, en el Espíritu Santo.
De esta manera queda a salvo la
unidad de la santa Trinidad. Así, en la Iglesia se predica un solo Dios, que lo
trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Lo trasciende todo, en
cuanto Padre, principio y fuente; lo penetra todo, por su Palabra; lo invade
todo, en el Espíritu Santo.
San Pablo, hablando a los corintios acerca
de los dones del Espíritu, lo reduce todo al único Dios Padre, como al origen
de todo, con estas palabras: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu;
hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de
funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
El Padre es quien da, por
mediación de aquel que es su Palabra, lo que el Espíritu distribuye a cada uno.
Porque todo lo que es del Padre es también del Hijo; por esto, todo lo que da
el Hijo en el Espíritu es realmente don del Padre. De manera semejante, cuando
el Espíritu está en nosotros, lo está también la Palabra, de quien recibimos el
Espíritu, y en la Palabra está también el Padre, realizándose así aquellas
palabras: El Padre y yo vendremos a fijar en él nuestra morada. Porque donde
está la luz, allí está también el resplandor; y donde está el resplandor, allí
está también su eficiencia y su gracia esplendorosa.(from Vatican
Radio)
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