miércoles, 10 de junio de 2015

De musulmán a cristiano: “Tu enfermedad se llama Cristo y no tiene remedio”

“Tu enfermedad se llama Cristo y no tiene remedio. Nunca podrás curarte”, le dijo su tío a modo de “sentencia de muerte”. Fue el 22 de diciembre del 2000, cuando Mohammed al-Sayyid al-Moussawi, hoy Joseph Fadelle, se encontró encañonado por su propio tío y algunos de sus hermanos debido a conversión del Islam al Cristianismo. 

La historia comenzó en 1987, cuando el joven sayyid (título nobiliario) al-Moussawi, fue enviado al servicio militar, donde conoció a Massoud, un campesino de edad madura con quien se vio obligado a compartir su dormitorio, algo que él rechazó ya que el hombre era cristiano. Para Mohammed, los cristianos eran inferiores, impuros y compartir el espacio con uno de ellos lo ponía en peligro. 

Con el paso del tiempo y en este compartir con su compañero de cuarto, su visión de los cristianos fue cambiando, lo que lo llevó a profundizar en las raíces mismas de la fe católica, provocándole una crisis existencial que removió los cimientos de sus creencias y, finalmente, lo llevó a su conversión al cristianismo. 

Entonces pasó de ser el favorito del clan familiar, nacido en una de las familias chiítas más importantes de Irak y miembro de la realeza de su pueblo a ser un perseguido y refugiado, amenazado de muerte hasta hoy por su propia familia. 

“Yo vengo de una tribu donde mi padre era el líder y yo debí haber sido el líder después de él”, contó Fadelle para explicar el contraste de su vida anterior con la actual, alejada de su cultura y familia tras su conversión. 

En la religión musulmana, la conversión al cristianismo o a cualquier otra religión es motivo de castigo, incluso la muerte. 

Pese a las persecuciones que sufrió, sobrevivió a todo ello y de esta experiencia nació el libro “El precio a pagar”, que presentó a fines de mayo en el salón Fresno del Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en una actividad organizada por la Editorial LMH (Leer Más Hoy) y cuya venta superó las 50 mil copias en 2010. 

“Estoy aquí por el gran amor que le tengo a Jesucristo”, dijo al inicio de su testimonio durante la conferencia realizada por el lanzamiento de la quinta edición del libro que narra su historia. 

La obra se ha convertido en una herramienta pastoral, narrando su proceso desde la comprensión del Corán y la religión musulmana hasta el descubrimiento del cristianismo y la fe católica a través de la lectura de la Biblia. 

Este libro y su propia historia son también una denuncia del drama de los cristianos perseguidos en Irak y otro países de la región, quienes deben esconderse, pagar impuestos adicionales y sufrir toda clase de amenazas y peligros debido a su fe. 

“Si quieres cruzar el río, debes comer el Pan de Vida” 

Mohammed pasó un tiempo estudiando el Corán, a pedido del cristiano como condición a entregarle una Biblia. Este proceso, que le provocó una crisis profunda debido a la falta de respuestas que encontró frente a sus interrogantes sobre su religión y la persona de Mahoma, culminó con un sueño que no logró comprender en un inicio. 

En su sueño, veía a un hombre parado al otro lado de un angosto río que le parecía amable y sentía un fuerte deseo de ir hacia él, pero cuando intentaba cruzar el río se quedaba paralizado y no lograba pasar al otro lado. Entonces el hombre lo toma y le ayuda, y al llegar junto a él le dice “Si quieres cruzar el río, debes comer el Pan de Vida”. 

Lo que a Mohammed le pareció solo un sueño, se convirtió en la clave que dio paso a una revolución interior que dura hasta hoy, cuando por fin su amigo cristiano le entregó una Biblia. El joven la abrió casualmente en el Libro de Juan, donde encontró las mismas palabras que no habían tenido significado para él en un comienzo: El Pan de Vida. 

Una vez bautizado, después de 13 largos y angustiosos años, Mohammed al-Sayyid al-Moussawi tomó el nombre de Joseph Fadelle. 

No solo él, sino su esposa e hijos son hoy musulmanes conversos, lo que los pone en peligro. Ellos debieron huir de Irak, primero a Jordania y más tarde a Francia, donde residen actualmente.
Fuente: Archidiócesis de Madrid

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