1.– El itinerario cuaresmal de cuarenta días que nos conducirá al
Triduo pascual, memoria de la pasión,
muerte y resurrección del Señor, corazón del misterio de nuestra salvación.
2.- La Cuaresma nos prepara para este momento tan importante, por ello
es un tiempo «fuerte», un momento decisivo que puede favorecer en cada uno de
nosotros el cambio, la conversión.
3.- Todos nosotros necesitamos mejorar, cambiar para mejor. La Cuaresma
nos ayuda y así salimos de las costumbres cansadas y de la negligente adicción
al mal que nos acecha.
4.- La consciencia de las maravillas que el Señor actuó para nuestra
salvación dispone nuestra mente y nuestro corazón a una actitud de gratitud
hacia Dios, por lo que Él nos ha dona-do, por todo lo que realiza en favor de
su pueblo y de toda la humanidad.
5.- De aquí parte nuestra con-versión: la respuesta agradecida al
misterio estupendo del amor de Dios. Cuando vemos este amor que Dios tiene por
nosotros, sentimos ganas de acercar-nos a Él: esto es la conversión.
7.- La Cuaresma llega a nosotros como tiempo providencial para cambiar
de rumbo, para recuperar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal
que siempre nos desafía.
8.- Acción de gracias a Dios por el misterio de su amor crucificado; fe
auténtica, conversión y apertura del corazón a los hermanos: son elementos
esenciales para vivir el tiempo de Cuaresma.
9.- La Cuaresma es para vivirla como tiempo de conversión, de renovación personal y comunitaria
mediante el acercamiento a Dios y la adhesión confiada al Evangelio. De este
modo nos permite también mirar con ojos nuevos a los hermanos y sus
necesidades.
10.– La Cuaresma es un momento favorable para convertirse al amor a
Dios y al prójimo; un amor que sepa hacer propia la actitud de gratuidad y de
misericordia del Señor, que «se hizo pobre para enrique-cernos con su pobreza».
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