Inicia hoy, el miércoles de Ceniza, el itinerario cuaresmal que nos conduce a la celebración del Triduo Pascual, memorial de nuestra salvación. La Cuaresma es un tiempo “fuerte” de conversión, para vivir con mayor profundidad el bautismo. En este tiempo somos invitados a tomar mayor conciencia de las maravillas que el Señor realiza por nuestra salvación, disponiendo nuestra mente y nuestro corazón para una actitud de agradecimiento hacia Dios, por cuanto nos da y realiza en favor nuestro.
Vivir plenamente el bautismo nos ayudará a no acostumbrarnos a las difíciles situaciones de miseria, violencia, pobreza o indiferencia de Dios. Son comportamientos no cristianos y cómodos, que narcotizan el corazón. La cuaresma es un tiempo para recobrar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal; para la renovación personal y comunitaria que nos acerca a Dios; para adherirnos confiadamente a su Evangelio, para mirar con ojos nuevos a los hermanos y a los necesitados; es un tiempo propicio para convertirnos al amor del prójimo; un amor que genera una actitud de gratitud y de misericordia con el Señor, quien “se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.
Vivir plenamente el bautismo nos ayudará a no acostumbrarnos a las difíciles situaciones de miseria, violencia, pobreza o indiferencia de Dios. Son comportamientos no cristianos y cómodos, que narcotizan el corazón. La cuaresma es un tiempo para recobrar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal; para la renovación personal y comunitaria que nos acerca a Dios; para adherirnos confiadamente a su Evangelio, para mirar con ojos nuevos a los hermanos y a los necesitados; es un tiempo propicio para convertirnos al amor del prójimo; un amor que genera una actitud de gratitud y de misericordia con el Señor, quien “se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.
Papa Francisco, 2014
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