También hoy hay tantos “dueños de las conciencias”: en
algunos países hay quien mata en nombre de Dios o se va a la cárcel por llevar
un Evangelio o una cruz. Lo afirmó el Papa Francisco durante la Misa presidida
en la Capilla de la Casa de Santa Marta, en que confesó que lloró ante la
noticia de que algunos cristianos fueron crucificados.
El Papa centró su
homilía en el Evangelio de la multiplicación de los panes y de los peces y en
la lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles, en que los discípulos de
Jesús son flagelados por el Sanedrín. Francisco propuso tres iconos: el primero
es el amor de Jesús por la gente, su atención ante los problemas de las
personas.
Y observó que al Señor no le preocupa cuántos lo siguen, no “le pasa por la mente, por ejemplo, hacer un censo” – dijo – para ver si “la Iglesia ha aumentado… ¡no! Él habla, predica, ama, acompaña, recorre el camino con la gente, mansa y humilde”. Y habla con autoridad, es decir, con “la fuerza del amor”.
Y observó que al Señor no le preocupa cuántos lo siguen, no “le pasa por la mente, por ejemplo, hacer un censo” – dijo – para ver si “la Iglesia ha aumentado… ¡no! Él habla, predica, ama, acompaña, recorre el camino con la gente, mansa y humilde”. Y habla con autoridad, es decir, con “la fuerza del amor”.
El segundo icono lo
representan los “celos” de las autoridades religiosas de aquel tiempo: “¡No
toleraban – exclamó el Papa – que la gente fuera detrás de Jesús! ¡No lo
toleraban! Tenían celos. Y dijo que ésta es una actitud fea. Y de los celos a
la envidia – prosiguió – sabemos que el padre de la envidia” es “el demonio”. Y
por la envidia “entró el mal en el mundo”. “Esta gente – dijo también Francisco
– sabía bien quién era Jesús: ¡lo sabía! ¡Esta gente era la misma que había
pagado a la guardia para decir que los apóstoles habían robado el cuerpo de
Jesús!”:
“Habían pagado para silenciar la verdad. Pero, la
gente es mala, ¡verdaderamente! Porque cuando se paga para esconder la verdad,
somos muy malos. Y por esto la gente sabía quiénes eran éstos. No los seguían,
los toleraban porque tenían autoridad: la autoridad del culto, la autoridad de
la disciplina eclesiástica de aquel tiempo, la autoridad sobre el pueblo… y la
gente seguía. Jesús dice de ellos que ataban pesos oprimentes sobre los fieles
y los cargaban sobre las espaldas de la gente. Esta gente no tolera la
mansedumbre de Jesús, no tolera la mansedumbre del Evangelio, no tolera el
amor. Y paga por envidia, por odio”.
Durante la reunión del Sinedrio hay un “hombre sabio”, Gamaliel, que invita a los líderes religiosos a liberar a los apóstoles. De este modo, reafirmó el Papa, están estos dos iconos: Jesús que se conmueve al ver a la gente “sin pastor” y las autoridades religiosas…
“Éstos, con sus maniobras políticas, con sus
maniobras eclesiásticas para seguir dominando al pueblo… Y así, hacen venir a
los apóstoles, después de que habló este hombre sabio, llamaron a los apóstoles
y los hicieron flagelar y les ordenaron que no hablaran en nombre de Jesús. Por
tanto, los pusieron en libertad. ‘Pero, algo debemos hacer: ¡les daremos un
buen bastonazo y después a su casa!’. Injusto, pero lo hicieron. Ellos eran los
dueños de las conciencias, y sentían que tenían el poder de hacerlo. Dueños de
las conciencias… También hoy, en el mundo, hay tantos”.
“Yo lloré – dijo el Papa – cuando vi en los media” la noticia de “cristianos crucificados en cierto país no cristiano. También hoy – subrayó – hay gente así, que en nombre de Dios, mata, persigue. Y también hoy vemos a tantos que, “como los apóstoles”, se sienten “dichosos por haber sido juzgados dignos de padecer ultrajes por el nombre de Jesús”. Éste – dijo – “es el tercer icono de hoy. La alegría del testimonio”:
“Primer icono: Jesús con la gente, el amor, el
camino que Él nos ha enseñado, por el que debemos ir. Segundo icono: la
hipocresía de estos dirigentes religiosos del pueblo, que habían encarcelado al
pueblo con estos mandamientos, con esta legalidad fría, dura, y que también han
pagado para esconder la verdad. Tercer icono: la alegría de los mártires
cristianos, la alegría de tantos hermanos y hermanas nuestros que en la
historia han sentido esta alegría, esta felicidad por haber sido juzgados
dignos de padecer ultrajes por el nombre de Jesús. ¡Y hoy hay tantos! Piensen
que en algunos países, sólo por llevar el Evangelio, vas a la cárcel. Tú no
puedes llevar una cruz: te harán pagar la multa. Pero el corazón se siente
feliz. Los tres iconos: mirémoslos, hoy. Es parte de nuestra historia de la
salvación”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
(María Fernanda Bernasconi – RV).
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