(San Basilio el Grande)
“El ayuno
purifica el alma, eleva el espíritu, sujeta la carne al espíritu, da al corazón
contrición y humildad, disipa las tinieblas de la concupiscencia, aplaca los
ardores del placer y enciende la luz de la castidad.”
(San Agustín)
“El ayuno es
humildad de la mente, castigo de la carne, molde de la sobriedad.” (San Ambrosio)
"Santificar
el ayuno es manifestar con otras buenas obras que nuestra abstinencia es digna
de Dios. Se debe advertir a los que se abstienen, que ofrecen a Dios una
abstinencia agra-dable si dan a los pobres los alimentos de que ellos mismos se
privan.
(S. Gregorio
Magno)
“El ayuno ha
de consistir mucho más en la privación de nuestros vicios que en la de los
alimentos.”
(San León Magno)
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