lunes, 10 de febrero de 2014

La misericordia de Dios no excluye a nadie. Papa Francisco.

Divorciados y separados constituyen un desafío pastoral para la Iglesia. Es necesario, por lo tanto, preguntarse cómo ayudarles para no hacerles sentir excluidos de la misericordia de Dios. Lo recomendó el Papa Francisco el viernes 7 de febrero, por la mañana, a los obispos polacos en visita «ad limina Apostolorum». Hoy el matrimonio «es frecuentemente considerado como una forma de gratificación afectiva –afirmó el Pontífice– que puede constituirse de cualquier modo y modificarse según la sensibilidad de cada uno.
Por desgracia esta visión influye también en la mentalidad de los cristianos, causando una facilidad a recurrir al divorcio o a la separación de hecho». Son personas que no deben ser abandonadas por la Iglesia. Y por esto los «Pastores –subrayó– están llamados a preguntarse acerca de cómo ayudar a los que viven en esta situación, para que no se sientan excluidos de la misericordia de Dios, del amor fraterno de otros cristianos y de la solicitud de la Iglesia por su salvación; cómo ayudarles a no abandonar la fe y hacer crecer a sus hijos en la plenitud de la experiencia cristiana».
La atención a la familia es una de las recomendaciones pastorales propuestas por el Santo Padre a los prelados polacos, llamados a afrontar tales retos hasta el punto de poner en peligro también «las grandes potencialidades de fe, de oración, de caridad y de práctica cristiana» que la Iglesia que está en Polonia tiene en gran medida.
Al recordar la celebración en Cracovia de la próxima jornada mundial de la juventud de 2016, el Pontífice planteó la cuestión de los jóvenes, que en un mundo cada vez más rico de instrumentos informáticos capaces de vencer toda dificultad de comunicación corren el riesgo de perder de vista la importancia de la relación interpersonal. De aquí la necesidad de encaminarlos hacia formas asociativas y movimientos «cuya espiritualidad se basa en la Palabra de Dios, en la liturgia, en la vida comunitaria y en el testimonio misionero».
El obispo de Roma recomendó, luego, a los obispos polacos una especial atención a la promoción de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y, sobre todo, a la formación de los nuevos sacerdotes, animados por un espíritu misionero que les lleve a salir y encontrar a quien está todavía esperando el anuncio. Al final el Papa Francisco exhortó a los prelados a alimentar siempre entre los fieles la «fantasía de la caridad» que lleva a la solidaridad con los pobres.


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