En su reflexión previa al Ángelus de este domingo, el Papa Benedicto XVI
explicó que así como cuando el Señor cura a un sordomudo, también se ha hecho
hombre para que todo hombre, sordo y mudo interiormente a causa del pecado, se
cure y pueda escuchar a Dios para anunciarlo a otros.
El Papa hizo esta
reflexión ante miles de fieles reunidos en el Palacio Apostólico de Castel
Gandolfo, refiriéndose al Evangelio de hoy en el que el Señor cura a un
sordomudo luego de mirar al cielo y pronunciar la palabra "efatá", que significa
"ábrete".
El Santo Padre dijo luego que "aquel sordomudo, gracias a la
intervención de Jesús, ‘se abrió’; antes estaba cerrado, aislado, para él era
muy difícil comunicar; la sanación fue para él una ‘apertura’ hacia los otros y
al mundo, una apertura que, partiendo de los órganos del oído y de la palabra,
involucraba toda su persona y su vida: finalmente podía comunicar y por tanto
relacionarse de manera nueva".
"Pero todos sabemos que el cerrarse del
hombre, su aislamiento, no depende solo de los órganos sensoriales. Existe una
cerrazón interior, que concierne el núcleo profundo de la persona, aquel que la
Biblia llama el ‘corazón’".
Esto, prosigue el Papa, es lo "que Jesús ha
venido a ‘abrir’, a liberar, para hacernos capaces de vivir en plenitud las
relaciones con Dios y con los demás. He aquí por qué decía que esta pequeña
palabra, ‘efatá – ábrete’, resume en sí toda la misión de Cristo".
Cristo "se ha hecho hombre para que el hombre, vuelto por el pecado
interiormente sordo y mudo, se vuelva capaz de escuchar la voz de Dios, la voz
del Amor que habla a su corazón, y de esta manera aprenda a su vez a hablar el
lenguaje del amor, a comunicar con Dios y con los otros".
Por este
motivo, explicó Benedicto XVI, "la palabra y el gesto del ‘efatá’ han sido
insertados en el Rito del Bautismo, como uno de los signos que nos explican su
significado: el sacerdote, tocando la boca y las orejas del neo-bautizado dice:
‘Efatá’, orando para que este pueda escuchar la Palabra de Dios y profesar la
fe. Mediante el Bautismo, la persona humana inicia, por decirlo así, a
‘respirar’ el Espíritu Santo, aquel que Jesús había invocado del Padre con aquel
suspiro, para curar al sordomudo".
"Nos dirigimos ahora en oración a
María Santísima, de quien ayer hemos celebrado la Natividad. Por motivo de su
singular relación con el Verbo encarnado, María está plenamente «abierta» al
amor del Señor, su corazón está constantemente en escucha de su Palabra".
Para concluir el Santo Padre hizo votos para que "su maternal
intercesión nos obtenga experimentar cada día, en la fe, el milagro del ‘efatá’,
para vivir en comunión con Dios y con los hermanos".
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