Me consta que lo ha intentado. Hasta el último momento. Ha sido uno de los grandes protagonistas silenciosos de este procès que, si nadie lo remedia, acabará en catástrofe. Para todos. El cardenal de Barcelona, Juan José Omella, partió ayer por la mañana hacia Roma convencido de que el president Puigdemont iba a dar marcha atrás y convocar elecciones autonómicas, frenando la aplicación de la DUI y del famoso artículo 155 de la Constitución.
Así se lo había comentado, horas antes, al propio Papa, quien felicitó al purpurado por el trabajo conjunto llevado a cabo con Osoro y la aquiescencia de Blázquez. Pero ya en la Ciudad Eterna, en mitad de la reunión de la Congregación de Obispos, Omella supo que todo se había truncado.
Los teléfonos echaron humo el pasado mediodía. En Barcelona, en Madrid, en Bilbao... también en Roma. Nadie entendía qué había podido pasar, cuando todo estaba medianamente atado. Quienes lo conocen, cuentan que el cardenal de Barcelona está triste, muy triste. Por las decisiones tomadas (o a punto de materializarse) pero, fundamentalmente, por el pueblo catalán. Que va a sufrir, y mucho, por la irresponsabilidad de sus gobernantes.
A media tarde, casi sin proponérselo, Francisco y Omella vieron la posibilidad de hacer un último gesto, probablemente baldío, de amor a Cataluña. Ocurrió durante la visita del Papa a la sede italiana de Scholas Ocurrentes. El cardenal de Barcelona acompañó al Papa para escuchar las conclusiones del último encuentro de esta fundación celebrado en Tarragona, y allí coincidieron, también, con los responsables del F. C. Barcelona, que venían a renovar el acuerdo con Scholas.
Ni cortos ni perezosos, nos cuentan, el director de Scholas, José María del Corral, vio la oportunidad. Y se hizo la foto que preside esta información. Francisco, Omella y el vicepresidente primero del FC Barcelona y de la Fundación, Jordi Cardoner, posaban juntos con una camiseta del Barça con el "10" (el dorsal de Messi), y el nombre de "Papa Francisco" en la zamarra. Un último gesto de seny, una última llamada a la sensatez. Y al "Catalunya t'estimo" por parte de Bergolio y del cardenal que, todavía hoy, continúa tratando de parar el desastre.
Jesús Bastante
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