La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) dio a conocer un comunicado en el que señalan que el sismo ocurrido el 19 de septiembre, no ha sido solo un evento de la naturaleza sino que también ha sacudido la conciencia nacional.
En el texto publicado en su sitio web, los obispos señalan que «el sismo no ha sido una sacudida solo de las placas tectónicas, sino también de nuestra conciencia nacional, que nos invita a revisar profundamente nuestro modelo de desarrollo, los valores que lo motivan».
Los prelados expresaron asimismo su reconocimiento a todos aquellos que sirven en estos días ante la emergencia y su solidaridad con quienes han perdido a algún ser querido.
«Valoramos y alentamos los esfuerzos de nuestros hermanos obispos, sacerdotes y sus comunidades parroquiales, de distintas congregaciones religiosas y grupos laicales, escuelas y universidades católicas, que desde sus específicos carismas y dones, han prestado una ayuda ininterrumpida a los damnificados, a través de la instalación de refugios, centros de acopio, atención en hospitales, así como en el constante aliento a través de la Palabra y los servicios religiosos».
Tras recordar que se ha desplegado un plan de emergencia que busca atender a la mayor cantidad de personas posible, a través de Cáritas Mexicana, los obispos agradecen su donativo económico al Papa Francisco.
«Llamamos a todos los miembros de la sociedad, en estos momentos, a priorizar el valor e integridad de la vida humana en todos sus sentidos», añaden.
Es tiempo, prosiguen, «de elevar nuestra mirada y encontrarnos en un fin común, que nos saca de cualquier egoísmo, protagonismo o interés particular».
Los obispos de la CEM llaman también a construir, como dice el Papa en la encíclica Laudato Si’, un «desarrollo humano, integral, sostenible y con fines trascendentes».
«Nos unimos a las distintas iniciativas espontáneas de oración, que han surgido dentro y más allá de nuestras fronteras, ante esta prueba de la naturaleza que nos llama a vivir el cuidado de unos por otros, en esta Casa Común. Imitemos el sí de María de Guadalupe para ser instrumentos de fe, esperanza y caridad», concluyen.
ACI
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