martes, 19 de septiembre de 2017

El cardenal Osoro bendice la nueva capilla del Arzobispado


«Que esta capilla sea un lugar especial en este Arzobispado y que marque de verdad la dirección de nuestra vida», afirmó el cardenal Osoro este lunes durante la Eucaristía de bendición de la nueva capilla de las oficinas de la Curia en Madrid.
La nueva imagen de la capilla es obra de la pintora Nati Cañada, quien ha retratado a ocho santos que tienen una especial vinculación con la diócesis madrileña: san Dámaso, san Ildefonso, san Alonso de Orozco, san Simón de Rojas, santa Soledad Torres Acosta, santa Vicenta María López Vicuña, san José María Rubio y san Pedro Poveda. Además, ha realizado un completo vía crucis con 14 imágenes de la Pasión del Señor.
«Esta capilla ha de ser un lugar al que venir para pedir al Señor consejo ante las tareas que aquí se realizan. Porque es Jesucristo el que tiene que estar en el centro de todo. Si no es así, anunciaremos otras cosas, pero no al Señor», dijo el arzobispo de Madrid, quien señaló durante su homilía en que «el Arzobispado no está para mirarnos a nosotros mismos, sino para mirar las necesidades de todos los hombres de esta diócesis; y no solo de los que creen en lo mismo que nosotros, sino también de los que están lejos y no piensan como nosotros».
Junto a ello, consideró que «nosotros no ofrecemos una idea, sino que entregamos y regalamos a una persona: Jesucristo. Solo si tenemos una relación cercana con Él podremos salvar a la gente, no con teorías o reglas, sino con el mismo Jesucristo».
Todos los santos reflejados por la pintora están relacionados con Madrid, o bien por su origen o bien por su lugar de apostolado. Son un Papa, un obispo, dos frailes, dos monjas y dos sacerdotes diocesanos, pintados en óleo sobre tabla sobre un fondo que simula las vetas del mármol, la misma técnica empleada para el vía crucis. «He llorado en muchos momentos del trabajo, porque era todo real y muy emocionante», afirma Nati Cañada.
El Cristo que preside la capilla ha sido realizado por el escultor Jesús Arévalo a partir de un tronco de cedro, y como detalle característico presenta un nudo natural a la misma altura que la herida de la lanza. Además, la madera presenta una hendidura por delante, «de manera que al verla de lejos parece la sangre de Cristo manando directamente del corazón –señala el artista–. Con esa fractura abierta, y al estar encima del sagrario, evoca la entrega del Señor, que se parte y se deshace por nosotros».

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