Una vez les pregunté: ¿Dónde está su tesoro? ¿En qué descansa su corazón?
Nuestros corazones pueden apegarse a tesoros verdaderos o falsos, en los que pueden encontrar auténtico reposo o adormecerse, haciéndose perezosos e insensibles.
El bien más precioso que podemos tener en la vida es nuestra relación con Dios. ¿Lo creen así de verdad? ¿Son conscientes del valor inestimable que tienen a los ojos de Dios? ¿Saben que Él los valora y los ama incondicionalmente?
Cuando esta convicción desaparece, el ser humano se convierte en un enigma incomprensible, porque precisamente lo que da sentido a nuestra vida es sabernos amados incondicionalmente por Dios.
¿Recuerdan el diálogo de Jesús con el joven rico? El evangelista Marcos dice que Jesús lo miró con cariño, y después lo invitó a seguirle para encontrar el verdadero tesoro.
Les deseo... que esta mirada de Cristo, llena de amor, les acompañe durante toda su vida.»
(Del Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2015).
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