martes, 15 de agosto de 2017

COMENTARIO AL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (1,39-56) POR EL PAPA FRANCISCO:





María afronta el camino de su vida, con gran realismo, humanidad, concreción. Tres palabras sintetizan la actitud de María: escucha, decisión, acción; palabras que indican un camino también para nosotros frente a lo que nos pide el Señor en la vida.


1.-Escucha. ¿De dónde nace el gesto de María de ir a su pariente Isabel? De una palabra del ángel de Dios: "También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez"… (Lc. 1,36). María sabe escuchar Dios. 

No es un simple "oír" superficial, sino es “la escucha”, acto de atención, de acogida, de disponibilidad hacia Dios. No es el modo distraído con el cual nosotros nos ponemos delante del Señor o ante los otros: oímos las palabras, pero no escuchamos realmente. María está atenta a Dios, escucha a Dios.

Pero María escucha también los hechos, es decir lee los acontecimientos de su vida, está atenta a la realidad concreta y no se para en la superficie, sino que va a lo profundo, para captar el significado. La pariente Isabel, que es ya anciana, espera un hijo: éste es el hecho. Pero María está atenta al significado, lo sabe comprender: "porque no hay nada imposible para Dios"(Lc. 1,37).

Esto también vale en nuestra vida: escucha de Dios que nos habla, y también escucha de la realidad cotidiana, atención a las personas, a los hechos, porque el Señor está en la puerta de nuestra vida y golpea en muchos modos, pone señales en nuestro camino; está en nosotros la capacidad de verlos. María es la madre de la escucha, escucha atenta de Dios y escucha también atenta de los acontecimientos de la vida.

2. Decisión. María no vive "de prisa", con preocupación, sino, como subraya san Lucas, " María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón" (cfr. Lc 2,19.51). Y también en el momento decisivo de la anunciación del ángel, Ella pregunta: “¿Cómo sucederá esto?” (Lc 1,34).

Pero no se detiene ni siquiera en el momento de la reflexión; da un paso adelante: decide. No vive de prisa, sino sólo cuando es necesario "va sin demora". María no se deja llevar por los acontecimientos, no evita la fatiga de la decisión. Y esto sucede sea en la elección fundamental que cambiará su vida: María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho” (Cfr. Lc 1,38), sea en las decisiones más cotidianas, pero ricas también ellas de sentido...

En la vida es difícil tomar decisiones, a menudo tendemos a posponerlas, a dejar que otros decidan en nuestro lugar, a menudo preferimos dejarnos arrastrar por los acontecimientos, seguir la moda del momento; a veces sabemos lo que tenemos que hacer, pero no tenemos el coraje o nos parece demasiado difícil porque quiere decir ir contracorriente.

María en la anunciación, en la Visitación, en las bodas de Caná va contracorriente; se pone a la escucha de Dios, reflexiona y busca comprender la realidad, y decide confiarse totalmente en Dios, decide visitar, aun estando embarazada, a la anciana pariente.

3. Acción. María salió de viaje y “fue sin demora”(cfr Lc 1,39)... Cuando tiene claro qué cosa Dios le pide, lo que tiene que hacer, no tarda, no retarda, sino que va "sin demora"... El actuar de María es una consecuencia de su obediencia a las palabras del ángel, pero unida a la caridad: va a Isabel para hacerse útil; y en este salir de su casa, de sí misma, por amor, lleva cuanto tiene de más precioso: Jesús; lleva a su Hijo.

A veces, también nosotros nos paramos a escuchar, a reflexionar sobre lo que deberíamos hacer, quizás también tenemos clara la decisión que tenemos que tomar, pero no pasamos a la acción. Y sobre todo no nos ponemos en juego a nosotros mismos moviéndonos "sin demora" hacia los otros para llevarles nuestra ayuda, nuestra comprensión, nuestra caridad; para también llevar nosotros como María, lo que tenemos de más precioso y que hemos recibido, Jesús y su Evangelio, con la palabra y sobre todo con el testimonio concreto de nuestro actuar.

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