Expertos del Hospital Bambino Gesu reconocen que la terapia no está aún desarrollada, pero creen que podría funcionar
El hospital pediátrico londinense Great Ormond Street rectifica parcialmente, al reconocer que «hay pruebas» que muestran que el tratamiento experimental para el pequeño Charly Gard, de 10 meses, podrían funcionar.
La justicia británica dio la razón al hospital contra el deseo de sus padres, partidarios de intentar alguna terapia alternativa o, al menos, llevarse al niño, desahuciado por los médicos, a morir a casa. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, refrendó la decisión.
Casos como el de Charly son relativamente frecuentes. El motivo por el que ha saltado a la luz es por el rechazo de los padres del niño al criterio de los médicos. En atención, supuestamente, al bien del menor, se optó por retirarle el tratamiento (incluidas las medidas de soporte vital) para evitarle sufrimientos, medidas que los padres y la presión internacional han logrado paralizar, al menos de forma temporal.
Desde el Papa a Donald Trump, el caso de Charly Gard ha recibido atención desde todo el mundo, al mismo tiempo convirtiéndolo para algunos dirigentes británicos en una especie de cuestión de honor nacional. Para muchos ciudadanos del Reino Unido, sin embargo, el verdadero escándalo es que a unos padres se les niegue el derecho a ofrecer un tratamiento médico a su hijo para intentar salvarle la vida.
Lo que afirman las pruebas remitidas ahora al hospital desde varios países del mundo, entre otros del Hospital Bambino Gesu de Roma (conocido como el “hospital del Papa”), es que el tratamiento experimental que se propone frente a la enfermedad genética que padece el menor no supone un encarnizamiento terapéutico ni tampoco puede descartarse de entrada que pueda ser eficaz. Los expertos del Bambino Gesu reconocen que el tratamiento debería probarse antes en animales, pero en un caso límite como este consideran adecuado intentarlo. Por ello, se dirigen «respetuosamente» al hospital británico que solicitando que «esta terapia pueda ser administrada a Charlie Gard».
Alfa y Omega
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