El Papa Francisco pidió para el mundo la concordia entre los pueblos, y le encomendó al Corazón Inmaculado de la Virgen de Fátima las alegrías y dolores de la familia humana, rogando asimismo por la Iglesia de Cristo.
En la víspera de la celebración de los cien años de cuando la Madre de Dios bajó de los cielos, en Cova de Iría, el Obispo de Roma se detuvo en homenaje orante ante la Reina del Rosario, en la Capilla de las Apariciones.
Acompañado por el intenso fervor y devoción de los peregrinos de tantas partes del mundo, que abarrotaron la explanada del Santuario portugués y sus alrededores, el Santo Padre le dirigió una oración a la Virgen de Fátima, «refugio y camino que nos conduce a Dios». Colocó bajo el Manto de María y le consagró el anhelo de seguir el ejemplo de los pastorcitos Francisco y Jacinta, el día antes de canonizarlos, y de los que se entregan al mensaje del Evangelio, para peregrinar por todos los caminos, derrumbar muros, vencer fronteras y llegar a todas las periferias, revelando la justicia y la paz de Dios.
Siguiendo las huellas de sus Predecesores, la del Papa Bergoglio es la sexta peregrinación del Sucesor de Pedro al Santuario mariano de Fátima. La primera, fue la del Beato Pablo VI, en 1967, en el 50 aniversario de las apariciones a los tres pastorcitos, Lucía, Francisco y Jacinta.
San Juan Pablo II peregrinó a Fátima tres veces. En 1982, un año después del atentado en la Plaza de San Pedro; en 1991 y en el Gran Jubileo del 2000, cuando beatificó a Francisco y Jacinta. Beatificación que conmemoró en 2010, Benedicto XVI peregrinando al mismo Santuario de María en Cova de Iría.
(CdM – RV)
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