Este blog se crea con el objetivo de que todos los que formamos parte de de la comunidad cristiana, podamos expresar nuestras opiniones, consultar nuestras dudas y, sobre todo, ayudarnos unos a otros en este caminar con Jesús y hacia Jesús. Anímate y participa
viernes, 21 de abril de 2017
COMENTARIO AL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (21,1-14) POR SAN PEDRO CRISÓLOGO, DOCTOR DE LA IGLESIA
«Después de su Pasión, donde la confusión invadió a la tierra, impresionado el cielo, sorprendido los siglos, desolado el infierno, el Señor viene a la orilla del mar y ve a sus seguidores vagando en la noche, en las olas oscuras. El sol se ha ido, ni el resplandor de la luna ni las estrellas podrán calmar la angustia de esta noche...
El mundo entero fue arrojado a la confusión y no duda que la muerte del Creador le ha hundido en el abismo y en el caos (Gen 1.2). Pero de repente, a la luz de su resurrección, el Señor trae el día y devuelve al mundo su rostro familiar.
Resucita con Él y en su gloria a todos aquellos que ha visto tristemente abatidos..."Cuando amaneció, Jesús apareció en la orilla". En primer lugar para llevar a su Iglesia... a la firmeza de la fe.
Encontró a sus discípulos faltos de fe, desposeídos de la fuerza del hombre... Estaba Pedro, quien le negó, Tomás que dudó, Juan que huyó; por eso no les habla como a valientes soldados sino como a niños asustados...: "Muchachos, ¿tenéis algo que comer?". Así su humanidad les devuelve a la gracia, el pan a la confianza, el alimento a la fe.
Ellos no creían, en efecto, que había resucitado con su cuerpo a no ser que le vieran sometido a las necesidades de la vida y la comida. Es por esto por lo que el Señor, que es la abundancia de todos los bienes pide alimentarse. Come pan porque tiene hambre, no de alimentos, sino del amor de los suyos: "Muchachos, ¿tenéis algo que comer?". "Ellos le responden: no". ¿Qué poseían, ellos que no tenían a Cristo —aunque estaba entre ellos— y no veían todavía al Señor, aunque se les apareció delante?. "Les dijo: Tirad la red a la derecha de la barca y encontrareis".
"El discípulo que Jesús amaba le dijo a Pedro: ¡Es el Señor!" Aquel que es amado será el primero en ver; el amor provee una visión más aguda de todas las cosas; aquel que ama siempre sentirá de modo más vivaz...
¿Qué dificultad convierte el espíritu de Pedro en un espíritu tardo, y le impide ser el primero en reconocer a Jesús, como antes lo había hecho? ¿Dónde está ese singular testimonio que le hacía gritar: "Tú eres Cristo, el hijo de Dios vivo"? (Mt 16,16) ¿Dónde está? Pedro estaba en casa de Caifás, el gran sacerdote, donde había escuchado sin pena el cuchicheo de una sirvienta, pero tardó en reconocer a su Señor.
"Cuando él escucho que era el Señor, se puso su túnica, porque no tenía nada puesto". ¡Lo cual es muy extraño, hermanos!... Pedro entra sin vestimenta a la barca, ¡y se lanza vestido al mar!... Como Adán, hoy Pedro desea cubrir su desnudez por su fallo; ambos, antes de pecar, no estaban vestidos más que con una desnudez santa.
"Él se pone su túnica y se lanza al mar". Esperaba que el mar lavara esa sórdida vestimenta que era la traición. Él se lanzó al mar porque quería ser el primero en regresar; él, a quien las más grandes responsabilidades habían sido confiadas (Mt 16,18s). Se ciñó su túnica porque debía ceñirse al combate del martirio, según las palabras del Señor: "Alguien más te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras" (Jn 21,18)...
Los otros vinieron con la barca, arrastrando su red llena de pescado. Con gran esfuerzo entre ellos llevan una Iglesia que fue arrojada a los vientos del mundo. La misma Iglesia que estos hombres llevan en la red del Evangelio con dirección a la luz del cielo, y a la que arrancaron de los abismos para conducirla más cerca del Señor».
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario