jueves, 23 de marzo de 2017

Una tragedia más que debía haberse evitado


Al recordar a las más de 40 niñas fallecidas en el incendio de un centro de menores en Guatemala, el Papa incluyó una demoledora frase que cobra todo su sentido a la luz de los hechos que se relatan hoy en este semanario: «Pido que recen conmigo por todas las chicas y chicos víctimas de la violencia, maltrato, explotación y de las guerras», dijo Francisco tras el rezo del ángelus. Las autopsias han revelado que varias chicas estaban embarazadas, y que murieron ante una más que extraña pasividad de la Policía mientras se propagaba el fuego. La investigación oficial deberá ofrecer más luz sobre este suceso, que pone al descubierto una situación que por desgracia no es excepcional en los centros de menores y cárceles de América Latina. En lugar de servir a la rehabilitación social, estos lugares a menudo son reinos de taifas de maras y grupos mafiosos, en los que sistemáticamente se vulneran los derechos humanos elementales de los presos. Se trata de personas bajo la tutela de la Administración, y por tanto los estados son cómplices de lo que pase en el interior de estos recintos. Al denunciar con valentía estos hechos, la Iglesia en Guatemala ha prestado un gran servicio al país y a la justicia.
Alfa y Omega

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