En el Día Mundial del Agua, Manos Unidas vuelve los ojos hacia los millones de personas que, en estos momentos, se enfrentan en el mundo a los graves efectos de la escasez de agua, derivada de la sequía recurrente que padecen en sus países, consecuencia del cambio climático y del mal uso de los recursos.
El pasado mes de enero, Jose Graziano da Silva, director general de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) lo advertía en el Foro Global para la Alimentación y la Agricultura: "El cambio climático está alterando los regímenes hidrológicos en todo el mundo. Se estima que cerca de mil millones de personas en las regiones más secas, con mayores índices de pobreza y hambre, van a enfrentarse a una creciente escasez de agua a corto plazo".
Mabel Ibáñez, coordinadora de proyectos de Manos Unidas en África, el continente más castigado por una sequía que dura ya demasiados años y que está provocando la que, según Naciones Unidas, podría ser la mayor crisis humanitaria desde que terminó la II Guerra Mundial en 1945, asegura que "es inadmisible que, en pleno siglo XXI, en algunas zonas del mundo la falta de agua siga siendo sinónimo de muerte".
Otra vez África
En África, donde la amenaza del hambre es una constante, la escasez de lluvias ha agravado la situación hasta el punto de hacer saltar todas las alarmas. En Sudán del Sur, el país más joven del mundo, sumido en un conflicto tribal que parece no tener fin, la falta de precipitaciones ha contribuido al descenso en la producción de alimentos, muy mermada ya a causa de la guerra. La situación ha llevado a Naciones Unidas a una declaración formal de hambruna en Unity, una zona situada en el centro-norte del país, aunque se prevé que el hambre se extienda a otras regiones e, incluso, a la capital. Esta es la primera vez en seis años que Naciones Unidas declara la hambruna; la última vez fue en el año 2011 en Somalia, donde murieron de hambre 260.000 personas.
"Desgraciadamente, estamos hablando de una crisis regional que afecta a varios países. En Africa Este se está sufriendo una sequía muy fuerte. En algunas zonas no ha llovido en 3 años, y, en otras, por el efecto de El Niño, el año pasado las lluvias fueron muy cortas y escasas", asegura la coordinadora de proyectos de Manos Unidas en el continente africano.
"Es terrible que la amenaza de muerte por inanición penda otra vez sobre las cabezas de cerca de 1,5 millones de niños en cuatro países", afirma.
Nigeria, Somalia, el noreste de Kenia y diversas regiones de Etiopía, son algunos de los territorios en los que la población corre mayor riesgo de padecer hambre. Los pequeños agricultores y ganaderos, el sector de población más afectado por la falta de de lluvia y la consecuente escasez de agua, dependen ya, en gran medida, de la ayuda externa para poder asegurarse la alimentación. "En algunas de estas zonas hace mucho tiempo, demasiado, que no llueve y, en otras, las precipitaciones han sido tan escasas que no ha sido posible cosechar lo suficiente para garantizar el sustento", dice Ibañez, quien señala que "aunque la situación es de emergencia extrema, el mundo parece estar mirando a otro lado".
Manos Unidas y el agua en África
Desde hace 58 años, Manos Unida dedica grandes esfuerzos a la puesta en marcha de programas específicos de abastecimiento de agua potable y de regadío a través de la construcción de presas y traídas de agua, la perforación de pozos o los programas de regadío, básicos para evitar emergencias como la actual.
Para ello, solo en África y en los últimos cuatro años, Manos Unidas ha aprobado más de 140 proyectos relacionados con el agua por un importe superior a 8 millones de euros. "El agua es un elemento fundamental para el ser humano. Y en África puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Por eso, está presente en gran parte de nuestros proyectos y en todos los sectores de actuación: agrícola, educativo, sanitario, de promoción social y de promoción de la mujer", afirma Mabel Ibáñez. Consulta aquí la lista de proyectos.
"Con su trabajo, Manos Unidas pone su granito de arena para paliar los efectos del cambio climático, pero nadie tiene capacidad para predecir y evitar sequías tan brutales como las de los últimos años", asegura la coordinadora de proyectos de Manos Unidas en África. "Lo que sí que podemos hacer es prevenir sus efectos y, sobre todo, trabajar para evitar que en el mundo la falta de agua sea sinónimo de muerte para muchos millones de personas a día de hoy".
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