Casi 100 menores migrantes no acompañados duermen en las calles de Melilla, donde el año pasado llegaron, sin compañía de adultos y de manera irregular, unos 1.800. La Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE acaba de presentar el informe Rechazo y Abandono. Situación de los niños que duermen en las calles de Melilla, realizado por la Clínica Jurídica de la Universidad y que refleja la situación de estos menores
El fenómeno de los menores extranjeros no acompañados, también conocidos como MENA, lleva desde 1995 presente en Melilla. La situación insostenible de los centros como la Purísima, que casi duplica el número de personas que acoge y la violencia y rechazo que viven los menores, son algunas de las causas por las que prefieren vivir en la calle. Fuera de Melilla, en la Península, la situación tampoco mejora para ellos.
Las autoridades de Melilla estiman que casi 100 menores duermen en las calles de la ciudad. La cifra, sin embargo, no es clara, pues muchos de los menores no son inscritos en el registro de MENA, ya que cifras no oficiales, señalan que aproximadamente 1.800 menores llegaron solos a la ciudad en 2016. «La información objetiva no existe» dice Violeta Assiego, coordinadora del informe Rechazo y abandono. Situación de los niños que duermen en las calles de Melilla realizado por la Clínica Jurídica de la U.P.Comillas.
Una vez en Melilla, los menores son mandados a centros como la Purísima, que cuentan con una capacidad de 180 plazas y se encuentran rebasados, «cuando nosotros fuimos había 322 chavales» dice Assiego. Dentro del centro, la situación de incomodidad y malos tratos que sufren, impulsan a estos menores a salir a la calle «muchos nos decían que preferían vivir en la cárcel o en la calle que en el centro de la Purísima con todo lo que eso conlleva [drogas, alcohol…]» dice Isabel Díez, alumna que ha participado en el informe.
Si la situación para llegar a España incluye separación de familias, documentos falsos, miedo a las redadas y al qué pasará a la mañana siguiente, la situación no mejora una vez dentro del territorio. Muchos de ellos, tratan de saltar y colarse en los barcos o coches que van a la Península. Es el riski, «la única forma de llegar a la península» y «la única forma que tienen para hacer valer sus derechos como niños que son» dice Isabel. O sino, mienten y dicen que son mayores de edad para que les trasladen a la otra orilla del Mediterráneo, lo cual complica la tarea de reconocer la minoría de edad una vez llegan a la Península.
La llegada a la Península
«Cada semana nos están llegando casos de menores extranjeros no acompañados» dice Lourdes Reyzábal de Fundación Raíces. A los chavales se les hacen pruebas para determinar su edad. «Todos dan 19 años» sin importar que físicamente, los niños aparenten otra edad y «la fecha de nacimiento que te ponen es la del día que te hacen las pruebas». Si se niegan a hacer las pruebas, puede considerarse que el menor lo hace «porque es mayor de edad y lo quiere ocultar». En muchos casos, los niños tampoco tienen un abogado que defienda sus intereses.
No pueden ser expulsados del país ya que desde el 2014, el protocolo de MENA no lo permite. No son protegidos por el sistema de protección de menores que garantiza sus derechos como niños, pero tampoco pueden trabajar porque en sus papeles, pone que son menores de edad. Viven durante años en una «situación de limbo» concluye Lourdes. «Son considerados mayores para que nadie les proteja».
El informe es un proyecto realizado por la Clínica Jurídica y la Oficina de Compromiso Solidario de la Universidad Pontificia Comillas además de la Cátedra Santander de Derecho y Menores de la misma. Ha sido presentado dentro de las Jornadas sobre Menores Infancia en Melilla que se ha celebrado esta semana. Además de la presentación del informe, ha habido otras ponencias para concienciar sobre la cruda situación que viven estos menores extranjeros no acompañados y explicar además los problemas que tienen las familias de refugiados o las víctimas de trata; temas en los que, en ninguno, el menor es lo primero, y, como han coincidido varios ponentes, debería serlo.
Laura García
Alfa yOmega
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