lunes, 20 de febrero de 2017

«La revolución cristiana», según Francisco


Durante el rezo del Ángelus, el Papa expresa su «profundo dolor por las víctimas» en los últimos enfrentamientos del Congo, y denuncia la «tragedia» de «tantos niños arrebatados de sus familias y de la escuela para ser usados como soldados»
Ante las «noticias de enfrentamientos violentos y brutales» en la República Democrática del Congo, el Papa expresó este domingo su «profundo dolor por las víctimas, en especial por tantos niños arrebatados de sus familias y de la escuela para ser usados como soldados. ¡Ésta es una tragedia: niños soldados!», clamó el Pontífice, que, a través del Vídeo del Papa, ha apoyado recientemente la campaña de Entreculturas y el Servicio Jesuita a Refugiados a favor de estos niños. Las dos organizaciones han lanzado una campaña de recogida de firmas en la web http://menoressoldado.entreculturas.org.
Francisco expresó su «cercanía» y «oración» al «personal religioso y humanitario que trabaja en esa difícil región» del Congo, e hizo un «apremiante llamamiento a la conciencia y a la responsabilidad de las autoridades nacionales y de la comunidad internacional, con el fin de que se tomen pronto decisiones adecuadas para socorrer a estos nuestros hermanos y hermanas».
Francisco pidió extender esas oraciones «por todas las poblaciones que, en otros lugares del continente africano y del mundo, sufren a causa de la violencia y de la guerra», y recordó «en particular a los queridos pueblos de Paquistán y de Irak, golpeados por crueles actos terroristas en días pasados».
«Jesús no propone un nuevo orden civil»
Antes del rezo del Ángelus, Francisco comentó el pasaje evangélico del día, en el que, frente a la antigua ley del «ojo por ojo», Jesús pide devolver mal por bien, porque «solo así se rompe la cadena del mal».
«Para Jesús –añadió Francisco– el rechazo de la violencia puede comportar también la renuncia a un legítimo derecho», como cuando aconseja «poner la otra mejilla». «Pero esta renuncia no quiere decir que las exigencias de la justicia sean ignoradas o rebatidas; no, al contrario, el amor cristiano, que se manifiesta de modo especial en la misericordia, representa una realización superior de la justicia. Aquello que Jesús nos quiere enseñar es la neta distinción que debemos hacer entre la justicia y la venganza». Porque «la venganza no es jamás justa».
Con estas enseñanzas, «Jesús no quiere proponer un nuevo orden civil», sino hacer efectivo «el mandamiento del amor al prójimo, que comprende también el amor a los enemigos». «Esta palabra no se debe entender como aprobación del mal realizado por el enemigo, sino como invitación a una perspectiva superior, a una perspectiva magnánima, semejante a aquella del Padre celestial, quien – dice Jesús – “hace salir el sol sobre malos y buenos”». «Cuantas enemistades en la familia, ¡cuántas!», prosiguió. «Pensemos en esto. Enemigos son también aquellos que hablan mal de nosotros, que nos calumnian y nos hacen daño. Y no es fácil digerir esto. A todos aquellos estamos llamados a responder con el bien, que también esto tiene sus estrategias, inspiradas en el amo

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