“Las migraciones no son un peligro sino un desafío para crecer”, así respondió el Papa a la joven estudiante siria, precisando que la acogida es una obligación hacia personas que huyen de la guerra, así como ayudarles a integrarse en las nuevas sociedades en las que llegan.
Lo explicó el Santo Padre durante la visita de este viernes 17 de febrero de 2017 a la universidad Roma Tre, improvisando ante las preguntas que le hicieron tres jóvenes de esta universidad pública romana.
El Santo Padre recordó que “vengo de un país, Argentina, donde más del 80 por ciento son inmigrantes. En mi país existieron tantas oleadas migratorias, es un país mestizo”. Así lo explicó a quienes temen por pérdida de la identidad cristiana de Europa, recordando que este continente tuvo tantas invasiones y que por lo tanto se ha construido artesanalmente, también a través la integración de las diversas culturas.
Añadió que “cada Estado tiene que ver las posibilidades de acoger, pero todos tienen que hacerlo”, y que en un segundo momento es necesario “integrar” a los migrantes que apenas han llegado. Porque ellos “son hombres y mujeres como nosotros, y es necesario acogerlos como hermanos y hermanas” y “hacer un intercambio cultural porque esto vence el miedo”.
Señaló recordando su viaje reciente a Suecia, que este país “ha recibido a tantos inmigrantes latinoamericanos y el día después tenían una casa y a continuación un trabajo…”. Recordó también su encuentro con una ministra sueca hija de un migrante africano y de una mujer local.
El Papa además les pidió a los estudiantes que no se olviden que el Mediterráneo, el “Mare Nostrum” que hoy es un cementerio de inmigrantes que intentaron cruzarlo. Por ello, explicó eligió viajar a Lampedusa apenas elegido pontífice.
Entretanto el Santo Padre reconoció que es necesario resolver la crisis migratoria en la raíz, porque los migrantes “huyen de la guerra o del hambre”, por lo tanto “la solución ideal es que no haya ni guerra ni hambre”. Así invitó a “realizar inversiones en esos lugares para que tengan recursos”, para que “la gente no se vea obligada a abandonar la propia tierra”.
“Nosotros vamos allá para explotarlos”, lamentó el Pontífice, recordando que el primer ministro de un país africano que tuvo un encuentro con él le señaló que apenas elegido tuvo que iniciar la reforestación de su país porque “empresas internacionales habían deforestado todo”. “No seamos prepotentes”, concluyó Francisco, porque esta es una de las causas de la crisis migratoria.
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