“Preguntaron los discípulos a Jesús: ¿Cómo, pues, dicen los escribas que Elías tiene que venir primero? (Mt 17,10). De modo que esto ellos no lo sabían por la Escritura, sino que así lo contaban los escribas, y semejante opinión corría entre el vulgo (...); pero ellos no la interpretaban correctamente. Porque la Escritura refiere dos venidas de Cristo: la que ya se verificó y la que está por venir. (...)
Los profetas hablan de ambas venidas; y de una de ellas, que es la segunda, dicen que tendrá como Precursor a Elías. Precursor de la primera fue el Bautista, al cual Cristo llamó Elías, no porque fuera Elías, sino porque tenía un ministerio como el de Elías. Pues así como Elías será precursor de la segunda venida, así Juan lo fue de la primera.
Pero los escribas, confundiéndolo todo y pervirtiendo la opinión popular, se fijaron únicamente en Elías, el Precursor de la segunda venida; y así decían al pueblo: Si éste (Jesús) fuera el Cristo, debería haberlo precedido Elías. Y este fue el motivo de que los discípulos preguntaran: ¿Cómo es, pues, que los escribas dicen que Elías ha de venir primero?
Por la misma causa los fariseos enviaron mensajeros al Bautista para preguntarle: ¿Eres tú Elías o uno de los profetas? sin mencionar la primera venida. ¿Cómo resolvió Cristo la cuestión? Respondiendo que Elías ciertamente vendrá antes de su segunda venida; pero que ya vino también, llamando así “Elías” al Bautista. Como si dijera: Juan vino ya como vendrá Elías; pero si preguntáis del Tesbita, ese ya vendrá.
Y por esto dijo: Elías vendrá y restablecerá todo. ¿Qué es ese todo? Lo que dijo el profeta Malaquías: He aquí que yo enviaré a Elías Tesbita, el profeta, antes que venga el día de Yavé, grande y terrible. Él convertirá el corazón de los padres a los hijos, no sea que venga yo y entregue la tierra toda al anatema.
¿Observas la exactitud de la predicción profética? Como Cristo había llamado “Elías” a Juan, a causa del parecido en el ministerio, a fin de que no pensaras que éste era también el que el profeta predecía, notó la patria añadiendo “el Tesbita”. Ahora bien: el Bautista no era Tesbita.
Además el profeta añadió otra cosa notable cuando dijo: “No sea que venga yo y entregue la tierra toda al anatema”, con lo que declaró lo terrible del segundo advenimiento. Porque en el primero no vino a entregar la tierra al anatema. Pues Jesús mismo dice: No he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. De modo que esto lo dice aludiendo al Tesbita que ha de aparecer antes de la venida de Cristo para el juicio.
Y añade el motivo por el que vendrá. ¿Cuál es? Para inducir a los judíos a creer en Cristo, no sea que cuando Él llegue perezcan todos en absoluto. Y Cristo, recordando esas cosas, dice: Restablecerá todo. O sea que enmendará la incredulidad de los judíos que para entonces queden; de modo que se expresó exactísimamente. Porque no dijo el profeta: Convertirá el corazón de los hijos a los padres, sino de los padres para con sus hijos. Siendo los judíos los padres de los apóstoles, eso significa que convertirá el corazón de los judíos a los dogmas y enseñanzas de los apóstoles; o sea que convertirá a ellos el linaje judaico.
“Sin embargo, yo os digo: Elías ya vino y no lo reconocieron; antes hicieron con él lo que quisieron. De la misma manera el Hijo del hombre tiene que padecer de parte de ellos. Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista”. Aunque esto no lo decían ni los escribas ni la Escritura, sin embargo, los discípulos por estar ya más despiertos y poner mayor atención a lo que se les decía, pronto lo entendieron.
(...) Cuando Jesús dice que Elías vendrá y restablecerá todo, habla del mismísimo Elías y de la futura conversión de Israel. Y cuando dice: El es el que va a venir, dice que Juan es Elías a causa de lo parecido del ministerio.
(...) Y añade: “Vino y no lo reconocieron, antes hicieron con él lo que quisieron”... Es decir, lo encarcelaron, lo afrentaron, lo mataron, trajeron en una bandeja su cabeza. Y así de la misma manera el Hijo del hombre tiene que padecer de parte de ellos.
¿Adviertes cómo oportunamente les trae a la memoria su Pasión, y los consuela grandemente con lo de la Pasión de Juan? Ni lo hizo únicamente por este capítulo, sino haciendo enseguida grandes milagros. Cuando habla de su Pasión, al punto obra prodigios; y lo mismo hace antes y después de hablar de ella, como con frecuencia se observa. Pues dice el evangelista: Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y ser muerto y padecer mucho.
(...) Después de oírlo, ya no le preguntan cuándo vendrá Elías, ya fuera por la tristeza de la futura Pasión, ya porque se apoderó de ellos el temor. Pues con frecuencia, cuando advierten que Él no quiere hablar claramente, ellos callan”.
(San Juan Crisóstomo, Homilía 57, sobre Mateo)
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