miércoles, 30 de noviembre de 2016

15 frases de San Francisco de Asís que estremecerán tu corazón


San Francisco de Asís no escribió ningún tratado sobre la oración. Tampoco se preocupó demasiado en enseñar a sus hermanos un método de oración. Pero esto no le impidió ser un guía seguro, al tiempo que un ejemplo viviente, en el camino de la unión con Dios. 
Lo esencial de su enseñanza, así como de su experiencia personal sobre la oración, se halla contenido en la siguiente frase de la Regla bulada:
“Aplíquense los hermanos a lo que por encima de todo deben anhelar: tener el espíritu del Señor y su santa operación” (2 R 10,8-9)
La vida de oración, según Francisco, es ante todo ese gran anhelo, esa búsqueda incesante del Espíritu del Señor y de su acción en nosotros. Somos incapaces, por nosotros mismos, de nombrar dignamente a Dios. No sabemos orar como es debido. ¿No consiste la oración, para el cristiano, en unirse a Jesús en su relación con el Padre? Orar es aprender a decir «Abba». Y eso sólo es posible gracias al Espíritu. El Espíritu del Señor es el gran iniciador en la vida de oración. Por eso debemos anhelarlo por encima de todo y dejarle actuar en nosotros. *
San Francisco se Asís, fue un humilde servidor de Dios que lo dejó todo para seguir al Señor, se preocupó mucho por la Santidad de los demás y de todos los hermanos, realizaba muchos Sacrificios y ayunos. Sus escritos están llenos de una santa humildad y obediencia a la Iglesia. Un Laico comprometido que Amó al Señor más allá de sus propios límites.
A continuación Frases de San Francisco de Asís que van directo al corazón:
1 “Si tú, siervo de Dios, estás preocupado por algo, inmediatamente debes recurrir a la oración y permanecer ante el Señor hasta que te devuelva la alegría de su Salvación”
2 “La verdadera enseñanza que trasmitimos es lo que vivimos; y somos buenos predicadores cuando ponemos en práctica lo que decimos.”
3 “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible.”
4 “Recuerda que cuando abandones esta tierra, no podrás llevarte contigo nada de lo que has recibido, sólo lo que has dado.”
5 “El hombre debería temblar, el mundo debería vibrar, el Cielo entero debería conmoverse profundamente cuando el Hijo de Dios aparece sobre el altar en las manos del sacerdote”.
6 “Espíritus malignos y falsos, hagan en mi todo lo que quieran. Yo sé bien que no pueden hacer más de lo que les permita la mano del Señor. Por mi parte, estoy dispuesto a sufrir con mucho gusto todo lo que él les deje hacer en mí.”
7 “Es siervo fiel y prudente el que, por cada culpa que comete, se apresura a expiarlas: interiormente, por la contrición y exteriormente por la confesión y la satisfacción de obra”
8 “El demonio se alegra, sobre todo, cuando logra arrebatar la alegría del corazón del servidor de Dios. Llena de polvo las rendijas más pequeñas de la conciencia que puedan ensuciar el candor del espíritu y la pureza de la vida. Pero cuando la alegría espiritual llena los corazones, la serpiente derrama en vano su veneno mortal.”
9 “Cuando el servidor de Dios es visitado por el Señor en la oración con alguna nueva consolación, antes de terminarla debe levantar los ojos al cielo y, (juntas las manos), decir al Señor: “Señor, a mí, pecador e indigno, me has enviado del cielo esta consolación y dulzura; te las devuelvo a ti para que me las reserves, pues yo soy un ladrón de tu tesoro.” Y también: “Señor, arrebátame tu bien en este siglo y resérvamelo para el futuro.” Así debe ser, de modo que, cuando salga de la oración, se presente a los demás tan pobrecito y pecador como si no hubiera obtenida ninguna gracia nueva. Por una pequeña recompensa se pierde algo que es inestimable y se provoca fácilmente al Dador a no dar más.”
10 “Luchemos por alcanzar la serenidad de aceptar las cosas inevitables, el valor de cambias las cosas que podamos y la sabiduría para poder distinguir unas de otras.”
11 “Predica el evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, utiliza las palabras.”
12 “Señor, hazme un instrumento de tu paz. Donde haya odio siembre yo amor; donde haya ofensa, perdón; donde hay duda, fe; donde hay desesperación, esperanza; donde haya tinieblas, luz; donde haya tristeza, alegría.”
13 “¡Terrible es la muerte!, pero ¡cuán apetecible es también la vida del otro mundo, a la que Dios nos llama!”
14 “No peleen entre sí y con los demás, sino traten de responder humildemente diciendo, “Soy un siervo inútil.”
15 “En la santa caridad que es Dios, ruego a todos los hermanos, tanto a los ministros como a los otros, que, removido todo impedimento y pospuesta toda preocupación y solicitud, como mejor puedan, sirvan, amen, honren y adoren al Señor Dios, y háganlo con limpio corazón y mente pura, que es lo que Él busca por encima de todo; y hagamos siempre en ellos habitación y morada a Aquel que es el Señor Dios omnipotente, Padre, e Hijo, y Espíritu Santo”
Qriswell J. Quero, PildorasdeFe.net con aportes de: Franciscanos.org

ALETEIA

30 de noviembre: san Andrés, primer apóstol de Jesús, anunció a san Pedro que había encontrado a Cristo


A San Andrés Apóstol le correspondió, junto con San Juan Evangelista, el honor de ser el primer discípulo que tuvo Jesús. Tras el encuentro con Jesús, san Andrés acudió a ver a su hermano Simón -el futuro San Pedro-, le anunció que había encontrado al Salvador del Mundo y le llevó junto a Jesús, que le hizo Fundador de la Iglesia
A San Andrés Apóstol le correspondió, junto con San Juan Evangelista, el honor de ser el primer discípulo que tuvo Jesús. Un día que estaban con San Juan Bautista a orillas del Jordán, éste, al ver pasar a Jesús dijo: «He aquí el Cordero de Dios». Inmediatamente, los dos discípulos se acercaron a Jesús que, sintiéndose seguido, les preguntó: «¿Qué buscan?». Contestaron: «¿Dónde habitas?». Jesús replicó: «Vengan y lo verán». Se marcharon con Él y le acompañaron durante resto del día. A partir de entonces, la vida de San Andrés ya no fue la misma.
A la vuelta, San Andrés acudió a ver a su hermano Simón -el futuro San Pedro-, le anunció que había encontrado al Salvador del Mundo y le llevó junto a Jesús, que le hizo Fundador de la Iglesia. Aunque pasó a un segundo plano, San Andrés fue, el día del milagro de los panes y de los peces, el que acercó a Jesús al joven que llevaba los cinco panes, estuvo presente en la mayor parte de los milagros y en Pentecostés recibió, junto a la Virgen María y al resto de Apóstoles, al Espíritu Santo.
San Andrés murió martirizado en Patras hacia el año 70. Según la Tradición, dijo al morir: «¡Oh, Cruz buena! De los miembros del Señor ha recibido su forma eterna, el tan esperado, ardientemente amado, buscado constantemente en la Cruz. Ahora anhelo que mi alma esté lista. Llévame lejos de la Humanidad y entrégame a mi Maestro».

J.M. Ballester Esquivias @jmbe12
Alfa Y Omega

COMENTARIO DEL PAPA FRANCISCO AL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (4,18-22)




Cuando el Señor pasa en nuestra vida nos dice siempre una palabra y nos hace una promesa. Pero nos pide también que nos despojemos de algo y nos confía una misión. Lo recordó el Papa Francisco en la misa que celebró en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.

El Pontífice recordó a san Agustín, quien «repite una frase que siempre me ha impresionado. Dice: “Tengo miedo cuando pasa el Señor”. ¿Por qué? “Porque tengo miedo de que pase y no me dé cuenta”. Y el Señor pasa en nuestra vida, como ha sucedido aquí, en la vida de Pedro, de Santiago, de Juan».

En este caso, el Señor ha pasado en la vida de sus discípulos con un milagro. Pero, como puntualizó el Papa, «no siempre Jesús pasa en nuestra vida con un milagro». Aunque «se hace siempre oír. Siempre».

Son tres los aspectos del paso de Jesús en nuestra vida: nos dice «una palabra que es una promesa»; nos pide «que nos despojemos de algo»; y nos encomienda «una misión».

La promesa: “Os haré pescadores de hombres”. Cuando llega a nuestra vida, cuando pasa por nuestro corazón, el Señor siempre nos dice una palabra y nos hace una promesa: “Ve adelante, valor, no temas: ¡tú harás esto!”». Es «una invitación a seguirle». 

Y «cuando oímos esta invitación y vemos que en nuestra vida hay algo que no funciona, debemos corregirlo» y debemos estar dispuestos a dejar cualquier cosa, con generosidad. Aunque «en nuestra vida —precisó el Papa— haya algo de bueno, Jesús nos invita a dejarla para seguirle más de cerca. Es como sucedió a los apóstoles, que dejaron todo, como dice el Evangelio: “Y sacando las barcas a tierra, dejaron todo y le siguieron”».

La vida cristiana, por lo tanto, «es siempre un seguir al Señor». Pero para seguirle primero hay que «escuchar qué nos dice»; y después hay que «dejar lo que en ese momento debemos dejar y seguirle».

Finalmente está la misión que Jesús nos confía. Él, en efecto, «jamás dice: “¡Sígueme!”, sin después decir la misión. Dice siempre: “Deja y sígueme para esto”». Así que, si «vamos por el camino de Jesús —observó el Santo Padre— es para hacer algo. Ésta es la misión».

Es «una secuencia que se repite también cuando vamos a orar». De hecho «nuestra oración —subrayó— debe tener siempre estos tres momentos». Ante todo la escucha de la palabra de Jesús, una palabra a través de la cual Él nos da la paz y nos asegura su cercanía. 

Después el momento de nuestra renuncia: debemos estar dispuestos a «dejar algo: “Señor, ¿qué quieres que deje para estarte más cerca?”. Tal vez en aquel momento no lo dice. Pero nosotros hagamos la pregunta, generosamente». 

Finalmente, el momento de la misión: la oración nos ayuda siempre a entender lo que «debemos hacer».

He aquí entonces la síntesis de nuestro orar: «Escuchar al Señor, tener el valor de despojarnos de algo que nos impide ir deprisa para seguirle y finalmente emprender la misión»


Fuente: L’Osservatore Romano, 6 de septiembre de 2013

VENID Y SEGUIDME




Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,18-22):

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. 
Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. 

Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Palabra del Señor

Homilía del Papa: La humildad cristiana es la virtud de los pequeños



 El Señor revela el Misterio de la Salvación a los pequeños, no a los eruditos ni a los sabios. Lo afirmó el Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Francisco se detuvo a considerar la virtud de los pequeños que – explicó –  es el temor del Señor, no el miedo, sino la humildad.
“La alabanza de Jesús al Padre”, que narra el Evangelio del día, según san Lucas, es porque “el Señor revela a los pequeños los misterios de la Salvación, el misterio de sí mismo”.
A los pequeños se les ha revelado el Misterio de la Salvación
El Santo Padre se inspiró en el evangelista para subrayar la preferencia de Dios por quien sabe comprender sus misterios, no los doctos y los sabios, sino “el corazón de los pequeños”. Y observó que también la Primera Lectura, llena “de pequeños detalles va por este camino”. En efecto, el profeta Isaías se refiere a “un pequeño vástago” que “brotará del tronco de Jesé”, y no de “un ejército” que producirá la liberación. Y los pequeños también son los protagonistas de la Navidad:
“Después, en Navidad, veremos esta pequeñez, esta cosa pequeña: un niño, un establo, una mamá, un papá… Las cosas pequeñas. Corazones grandes pero actitud de pequeños. Y sobre este vástago se posará el Espíritu del Señor, el Espíritu Santo, y este pequeño brote tendrá la virtud de los pequeños, y el temor del Señor. Caminará en el temor del Señor. Temor del Señor que no es miedo. No. Es hacer vida el mandamiento que Dios ha dado a nuestro padre Abraham: ‘Camina en mi presencia y sé irreprensible’. Humilde. Esto es humildad”.
El Pontífice subrayó que sólo los pequeños “son capaces de entender” plenamente “el sentido de la humildad”, el “sentido del temor del Señor”, porque “caminan ante el Señor”, mirados y custodiados, “sienten que el Señor les da la fuerza para ir adelante”. Y explicó que es ésta la verdadera humildad:
Caminar bajo la mirada del Señor: no a la humildad un poco de teatro
“Vivir la humildad, la humildad cristiana, es tener este temor del Señor que – repito – no es miedo, sino que es: ‘Tú eres Dios, yo soy una persona, yo voy adelante así, con las pequeñas cosas de la vida, pero caminando en Tu presencia y tratando de ser irreprensible’. La humildad es la virtud de los pequeños, la verdadera humildad, no la humildad un poco de teatro: no, esa no. La humildad de aquel que decía: ‘Yo soy humilde, pero orgulloso de serlo’. No, esa no es la verdadera humildad. La humildad del pequeño es aquella que camina en la presencia del Señor, no habla mal de los demás, ve sólo el servicio, se siente el más pequeño… Allí está la fuerza”.
Pidamos al Señor la gracia de la humildad, de caminar en Su presencia
Es “humilde, muy humilde” – observó el Obispo de Roma con su pensamiento dirigido hacia la Navidad –  también la muchacha que Dios “mira” para “enviar a Su Hijo”, y que inmediatamente después va a ver a su prima Isabel, y no dice nada “de lo que había sucedido”. La humildad “es así” –dijo Francisco – “caminar en la presencia del Señor”, felices, gozosos porque “mirados por Él”, “exultantes en la alegría porque humildes”, precisamente como se narra de Jesús en el Evangelio del día:
“Mirando a Jesús que exulta en la alegría porque Dios revela su misterio a los humildes, podemos pedir para todos la gracia de la humildad, la gracia del temor de Dios, de caminar en su presencia tratando de ser irreprensibles. Y así, con esta humildad, podemos ser vigilantes en la oración, activos en la caridad fraterna y exultantes de alegría en la alabanza”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)

martes, 29 de noviembre de 2016

El director de Cáritas Jerusalén denuncia el clima de violencia diaria en Tierra Santa

En su habitual mensaje a la red Cáritas Internationalis con motivo del Día de Solidaridad con el Pueblo Palestino, que se celebra este martes, el director de Cáritas Jerusalén, Raed Abusahlia, denuncia el clima de violencia que se sigue viviendo a diario en Tierra Santa y lanza un llamamiento a «reafirmar nuestro compromiso de traducir la solidaridad en acciones positivas» orientadas al diálogo y la negociación.
Este el texto del mensaje:
Queridos amigos y compañeros,
La violencia diaria continúa en Tierra Santa. Con cada día que pasa, la gente de la región está perdiendo el sentido de entendimiento mutuo de nuestra humanidad y futuro común.
Esto es sólo ocurre porque los palestinos siguen desplazados a causa de las demoliciones de viviendas en el área C de Cisjordania. Los asentamientos violan el derecho internacional, pero todavía están allí y aún más, se están expandiendo. Cientos de nuevos asentamientos se están construyendo y miles están planificados para los próximos años.
Los niños no deben ser encarcelados, pero alrededor de 500 a 700 niños palestinos son arrestados, detenidos y procesados cada año en el sistema de tribunales militares israelíes.
La situación en Gaza sigue siendo la misma. Los cortes constantes de electricidad, el escaso acceso al agua potable, la desnutrición de los niños y las mujeres embarazadas, el desempleo, la pobreza y las violaciones de los derechos humanos se han convertido en la norma.
Las conversaciones de paz han colapsado y han sido reemplazadas por un ciclo de violencia, animadversión y destrucción.
Nosotros, en Cáritas Jerusalén, somos testigos de estas violaciones humanitarias y hacemos todo lo posible para aliviar el dolor y el sufrimiento de los palestinos en Tierra Santa.
Creemos que no hay soluciones militares a este conflicto e injusticia. Los pueblos palestino e israelí enfrentan un destino común en tierras compartidas. Por lo tanto, la única solución es a través de negociaciones directas, el fin de la ocupación, el cese de la hostilidad y las provocaciones. Pero es imposible seguir negociando indefinidamente; por lo tanto, debe imponerse un calendario y un plan de acción para que se llegue a una solución lo antes posible, de una vez por todas.

El próximo año conmemoraremos los 100 años de la promesa de Balfour, los 50 años de ocupación y, al mismo tiempo, de los 50 años de Cáritas Jerusalén sirviendo con amor. La ocupación y Cáritas Jerusalén tienen la misma edad. Esperamos y rezamos para que esta sea la ocasión para celebrar el final del sufrimiento para nuestros dos pueblos.
En este Día Internacional, oremos para que las partes creen un ambiente propicio para negociaciones significativas y reafirmemos nuestro compromiso de traducir la solidaridad en acciones positivas.
Fr. Raed Abusahlia, director general. Cáritas Jerusalén
Apoyo de Cáritas Española
Cáritas Española mantiene una larga trayectoria de colaboración con esta Cáritas hermana a través del apoyo a los grupos y personas más vulnerables y desfavorecidas. La acción prioritaria se dirige a garantizar el acceso a la salud, la seguridad alimentaria, la capacitación laboral y el fomento de la participación y empoderamiento de estos grupos en la sociedad.
Además, Cáritas Española impulsa en Tierra Santa a través de Cáritas Jerusalén numerosas iniciativas centradas en la promoción del voluntariado. De igual modo, en el marco de la economía solidaria, se apoya la actividad de grupos tradicionales de artesanos por medio de la importación y comercialización de sus productos en nuestras comunidades, parroquias y tiendas de comercio justo.
Todas estas acciones forman parte de la estrategia de trabajo Iniciativa por la Paz establecida entre ambas Cáritas con el objetivo de que todos los proyectos de desarrollo que se lleven a cabo, además de garantizar la cobertura de las necesidades más básicas de la población empobrecida, contribuyan también a la construcción de la paz en Tierra Santa.
Cáritas

El Papa y el astrofísico ateo Stephen Hawking, juntos en el Vaticano por el medio ambiente



En su discurso ante la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias, en la que está participando el astrofísico ateo, el Santo Padre ha alertado de la lentitud de los Gobiernos en la aplicación los acuerdos mundiales sobre ambiente y el clima. No es la primera vez que Hawking acude al Vaticano: En 2008 se vio con Benedicto XVI y en 1981 con san Juan Pablo II
El Papa ha alertado a los gobiernos de «la distracción y el retraso en la aplicación de los acuerdos mundiales sobre el ambiente» y ha invitado a los científicos a construir un modelo cultural para afrontar la crisis del cambio climático.
«En la modernidad hemos crecido pensando en ser los propietarios y dueños de la naturaleza, autorizados a saquearla sin ninguna consideración de sus potencialidades secretas y leyes evolutivas, como si se tratara de un material inerte a nuestra disposición», ha reprochado.
El Pontífice ha hecho estas declaraciones en su discurso durante el encuentro con la Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias que se celebra hasta el 29 de noviembre en el Vaticano, bajo el título Ciencia y sostenibilidad. Impacto de los conocimientos científicos y de la tecnología sobre la sociedad humana y el ambiente.
De este modo, ha llamado la atención sobre la «débil reacción de la política internacional» y la «concreta voluntad» de buscar el bien común y los bienes universales y la facilidad con que se tienen en cuenta los consejos de la ciencia basada en la situación del planeta.
Francisco ha señalado que los científicos «trabajan libres de intereses políticos, económicos o ideológicos» y a ellos corresponde la tarea de «construir un liderazgo que indique soluciones a temas que son afrontados en esta plenaria: el agua, las energías renovables y la seguridad alimentaria».
«Se está manifestando una renovada alianza entre la comunidad científica y la comunidad cristiana, que ven converger sus distintos enfoques de la realidad hacia esta finalidad compartida de proteger la casa común, amenazada por el colapso ecológico y del consecuente aumento de la pobreza y la exclusión social», ha evidenciado.
«No somos guardianes de un museo y de sus obras maestras que tenemos que desempolvar cada mañana sino colaboradores de la conservación y del desarrollo del ser y de la biodiversidad del planeta, y de la vida humana presente en él», ha agregado.
Así, ha indicado que el compromiso con el futuro de la tierra es «digno de estima» en cuanto que está plenamente orientado a la «promoción del desarrollo humano integral, de la paz, de la justicia, de la dignidad y de la libertad del ser humano».
Para el Papa la «conversión ecológica» comprende de forma «inseparable» tanto la asunción plena de la «responsabilidad humana» en lo relacionado con la creación y sus recursos, la «búsqueda de la justicia social», como la superación de un «sistema inicuo que produce miseria, desigualdad y exclusión».
Hawking con el Papa
A la recepción con el Papa también ha acudido el astrofísico británico Stephen Hawking, que está participando en el encuentro organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias.
Hawking, ateo declarado, ha negado en numerosas ocasiones la existencia de Dios y la posibilidad del diálogo entre fe y razón.
No es la primera vez que Hawking acude al Vaticano. De hecho, el astrofísico ha conocido personalmente a los dos últimos pontífices. Con Benedicto XVI se vio en 2008 y con Juan Pablo II, en 1981. Ambos encuentros, como el de ahora con Francsico, se produjeron en la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias.
Alfa y Omega/Agencias


Cardenal Osoro, al comienzo del Adviento: «Dejad que entre el Señor y roture vuestra tierra»

El pasado domingo, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, presidió la Eucaristía del I domingo de Adviento en la catedral de Santa María la Real de la Almudena. En su homilía, el prelado señaló que comenzamos «alegres» el nuevo año litúrgico, «porque queremos entrar en la casa del Señor, como hemos cantado en el salmo 121». Alegres, dijo, «porque vamos a encontrarnos con nuestro Señor, porque queremos oír y celebrar el nombre de Dios, que es realmente el nombre nuestro». «Dios nos ha dado un nombre, y somos hijos de Dios y hermanos de los hombres».
Voviendo al salmo proclamado, deseó que la paz de Dios «llegue a todos los hombres, que ocupe la existencia de la Iglesia, la nueva Jerusalén, de la que somos parte»; que esta paz «nos dé seguridad, porque las armas que nos quiere entregar el Señor son las suyas». Y así, recordó, «esperamos la venida del Señor y queremos celebrar el nacimiento de Jesucristo».
Además, alentó a todos, en este tiempo de Adviento, a ponerse en camino: «Sí, nos lo está gritando el Señor» y «Él nos va a instruir a la hora de ir haciendo el camino, nos va a dar su luz y va a hacer posible que marchemos por las sendas que Él quiere, y no por las nuestras». Y, recordando la figura de la Madre de Dios, preguntó: «¿No es esto lo que hizo la Santísima Virgen María, una figura fundamental del Adviento, quien se puso en camino cuando vio que Dios iba a venir». Que esta Navidad, continuó, «no la celebremos de igual manera, sino como lo hizo Ella: caminemos, subamos, instruyámonos según el Señor».
«En el camino encontraremos dificultades», expuso el cardenal, «pero si nosotros caminamos instruidos por el Señor, por su luz, haremos posible que esas espadas que queremos poner para estropear a los demás, se conviertan en instrumentos de paz, de concordia, de reconciliación, de amor entre los hombres, de entrega y de servicio incondicional». «Todo lo cambia Dios» porque «de las espadas hace arados que roturan la tierra, para que dé más fruto».
En una catedral repleta de fieles, animó a cada uno de los presentes a dejar «que entre el Señor y roture vuestra tierra, mueva vuestro corazón, vuestras entrañas y vuestra vida». Este tiempo de Adviento, señaló, «es importante para ponernos de cara al Señor», así que «pongámonos en camino y caminemos a la luz del Señor».
Tiempo para conversar con Dios y entregar su rostro
El prelado, además, les pidió tener tiempo «para conversar con Dios» y para «entregar a los hombres el rostro de Jesucristo». Y hacerlo, dijo, «en este momento de la historia que vivimos: un momento especialmente importante para que los discípulos de Jesús entreguemos a esta situación en la que viven los hombres su rostro».
Recordando las palabras de san Pablo, reveló que «es importante que los discípulos de Cristo nos despertemos del sueño y descubramos que la salvación está cerca, y la salvación es Cristo». «Las tinieblas y la oscuridad no sirven para arreglar este mundo, y las oscuridades las damos los hombres cuando eliminamos a Dios de la historia».
Hoy, aseveró, «el Señor quiere cambiar nuestra vida, que nos pongamos en camino, que meditemos con Dios y que nos vistamos del Señor Jesucristo». Porque «Cristo no nos engaña, Él quita las tinieblas y la oscuridad de este mundo», pero «para ello hay que cambiar el corazón». Y hacerlo, señaló el cardenal, porque «el Señor nos pide que tengamos el coraje de existir: un coraje que es importante». Si no, «recordemos las crisis profundas de la historia de los hombres, los valores que se están perdiendo y que necesitamos para vivir». Así, incitó a todos a no vivir «frívolamente», dejando que Jesús «nos siga haciendo la misma pregunta: ¿Vivís despiertos o adormilados? ¿Vivís en la rutina de cada día, de ir marchando sin más, o vivís con meta? Porque el Señor, en el Evangelio, nos dice que no vivamos distraídos y nos recuerda que puede venir en cualquier momento».
Infomadrid / Carlos González

COMENTARIO DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (10,21-24)




"Quisiera ofrecer una imagen bíblica, que encontramos en el Evangelio de Lucas (cf.10,21-23), sobre la alegría de Jesús y de los discípulos misioneros.

El evangelista cuenta que el Señor envió a los setenta discípulos, de dos en dos, a las ciudades y pueblos, a proclamar que el Reino de Dios había llegado, y a preparar a los hombres al encuentro con Jesús. Después de cumplir con esta misión de anuncio, los discípulos volvieron llenos de alegría: la alegría es un tema dominante de esta primera e inolvidable experiencia misionera. 

El Maestro Divino les dijo: «No estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo. En aquella hora, Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra...” (…) Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis.

Son tres las escenas que presenta san Lucas. Primero, Jesús habla a sus discípulos, y luego se vuelve hacia el Padre, y de nuevo comienza a hablar con ellos. De esta forma Jesús quiere hacer partícipes de su alegría a los discípulos, que es diferente y superior a la que ellos habían experimentado. 

Los discípulos estaban llenos de alegría, entusiasmados con el poder de liberar de los demonios a las personas. Sin embargo, Jesús les advierte que no se alegren por el poder que se les ha dado, sino por el amor recibido: «Porque vuestros nombres están inscritos en el cielo» (Lc 10,20). A ellos se le ha concedido experimentar el amor de Dios, e incluso la posibilidad de compartirlo. 

Y esta experiencia de los discípulos es motivo de gozosa gratitud para el corazón de Jesús. Lucas entiende este júbilo en una perspectiva de comunión trinitaria: «Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo», dirigiéndose al Padre y glorificándolo. Este momento de profunda alegría brota del amor profundo de Jesús en cuanto Hijo hacia su Padre, Señor del cielo y de la tierra, el cual ha ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha revelado a los pequeños (cf. Lc 10,21). 

Dios ha escondido y ha revelado, y en esta oración de alabanza se destaca sobre todo el revelar. ¿Qué es lo que Dios ha revelado y ocultado? Los misterios de su Reino, el afirmarse del señorío divino en Jesús y la victoria sobre Satanás. 

Dios ha escondido todo a aquellos que están demasiado llenos de sí mismos y pretenden saberlo ya todo. Están cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios. Uno puede pensar fácilmente en algunos de los contemporáneos de Jesús, que Él mismo amonestó en varias ocasiones, pero se trata de un peligro que siempre ha existido, y que nos afecta también a nosotros. 

En cambio, los “pequeños” son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha llamado “benditos”. Se puede pensar fácilmente en María, en José, en los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados a lo largo del camino, en el curso de su predicación. 

«Sí, Padre, porque así te ha parecido bien» (Lc 10,21). Las palabras de Jesús deben entenderse con referencia a su júbilo interior, donde la benevolencia indica un plan salvífico y benevolente del Padre hacia los hombres. En el contexto de esta bondad divina Jesús se regocija, porque el Padre ha decidido amar a los hombres con el mismo amor que Él tiene para el Hijo. 

Jesús, al ver el éxito de la misión de sus discípulos y por tanto su alegría, se regocija en el Espíritu Santo y se dirige a su Padre en oración. En ambos casos, se trata de una alegría por la salvación que se realiza, porque el amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta nosotros, y por obra del Espíritu Santo, nos envuelve, nos hace entrar en la vida de la Trinidad. 

El Padre es la fuente de la alegría. El Hijo es su manifestación, y el Espíritu Santo, el animador. Inmediatamente después de alabar al Padre, como dice el evangelista Mateo, Jesús nos invita: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera» (11,28-30). 

La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría".
(Del mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2014

DIOS SE REVELA A LOS PEQUEÑOS




Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,21-24):

En aquella hora Jesús se llenó de la alegría en el Espíritu Santo y dijo:

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:

«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Palabra del Señor

Francisco reconoce que el Jubileo fue una “simple intuición” que Dios convirtió en “realidad”





El papa Francisco ha asegurado que tuvo una “simple intuición” cuando expresó el deseo de un Jubileo de la Misericordia. Sin embargo, ha reconocido que nunca hubiera pensado que “el Señor lo convirtiera en una realidad y que, sobre todo, se pudiera celebrar con tanta fe y alegría en las comunidades cristianas esparcidas por el mundo”.

En un encuentro con los organizadores y colaboradores del Jubileo Extraordinario de la Misericordia en ocasión de la clausura del Año Santo, el Pontífice ha dado las gracias a todos los que de alguna manera han participado y ayudado en esta gran labor.

En particular, ha dado las gracias a monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, por el “compromiso precioso realizado durante estos meses”.

Asimismo, el Santo Padre ha asegurado que ha sido un año denso, lleno de iniciativas en toda la Iglesia, “donde se ha podido ver y tocar con la mano los frutos de la misericordia de Dios”.

También ha subrayado que la Puerta de la misericordia abierta en todas las catedrales y en los santuarios “ha consentido que los fieles no encontraran ningún obstáculo para experimentar el amor de Dios”. Ha sucedido algo verdaderamente extraordinario –ha añadido– que ahora es necesario incluir en la vida de cada día para convertir la misericordia en un compromiso y un estilo de vida permanente para los creyentes.

De este modo, Francisco ha asegurado a los presentes que todos ellos han hecho posible “que este evento de gracia se celebrara de forma segura, con gran afluencia de peregrinos y de forma que se pusiera de manifiesto el profundo valor espiritual que el Jubileo representa”.

Por ello, el Pontífice ha dado las gracias a todas las instituciones y autoridades implicadas en el Año Jubilar, así como al dicasterio vaticano encargado de la organización y a los voluntarios.

“Si tú quieres obtener misericordia, debes tú mismo ser misericordioso”. Estas palabras de san Agustín –ha indicado el Papa– puedan ser de consuelo para todos nosotros. “Con vuestro compromiso habéis expresado no solo el trabajo cotidiano, sino que habéis dado un verdadero servicio de misericordia a los millones de peregrinos que han llegado a Roma”. Finalmente ha deseado que este cansancio pueda “ser recompensado por la experiencia de misericordia que el Señor no dejará que os falte”.
Zenit

lunes, 28 de noviembre de 2016

El Papa en Sta. Marta: La fe cristiana no es una filosofía, es el encuentro con Jesús


El papa Francisco ha explicado, en la homilía de este lunes en Santa Marta, que la fe cristiana no es “una teoría o una filosofía”, sino que es “el encuentro con Jesús”. De este modo, ha recordado que para encontrar realmente a Jesús tenemos que ponernos en camino con tres actitudes: vigilantes en la oración, trabajando en la caridad y exultantes en la alabanza.
Asimismo ha subrayado que “la gracia que queremos en Adviento” es encontrar a Jesús. Por eso ha precisado que en este periodo del año, la Liturgia nos propone numerosos encuentros de Jesús: con su Madre en el vientre, con san Juan Bautista, con los pastores, con los Magos. Todo esto nos dice que el Adviento es “un tiempo para caminar e ir al encuentro del Señor, es decir un tiempo para no estar parado”.
De ahí, la pregunta planteada por el Pontífice en su homilía: ¿cuáles son las actitudes que debo tener para encontrar al Señor? ¿Cómo debo preparar mi corazón para encontrar al Señor?
Así, ha explicado que en la oración al principio de la misa, la Liturgia nos señala tres actitudes: vigilantes en la oración, trabajando en la caridad y exultantes en la alabanza. Y cuando habla de caridad se refiere a caridad fraterna: “no sólo dar limosna” sino también “tolerar a la gente que me molesta, tolerar en casa a los niños cuando hacen ruido, o al marido o la mujer cuando están en dificultad, o a la suegra…”.
A continuación, también ha recordado que Él es “el Señor de las sorpresas”. Tampoco el Señor “está parado”. Yo –ha explicado Francisco– estoy en camino para encontrarla y Él está en camino para encontrarme, y cuando nos encontramos vemos que la gran sorpresa es que Él me está buscando, antes que yo empiece a buscarlo.
Esta es la sorpresa del encuentro con el Señor: “Él nos ha buscado antes. Él siempre está primero. Él hace su camino para encontrarnos”. Eso es –ha recordado– lo que le sucedió al centurión. “Nosotros damos un paso y Él da diez”. Así, ha asegurado que es “la abundancia de su gracia, de su amor, de su ternura que no se cansa buscarnos”. El Pontífice ha subrayado que el nuestro es el Dios de las sorpresas, el Dios que nos está buscando, no está esperando y “solamente nos pide el pequeño paso de la buena voluntad”. Nosotros “tenemos que tener las ganas de encontrarlo”. Y después “Él nos ayuda”. Al respecto, ha asegurado el Papa que muchas veces Dios “nos verá alejarnos de Él, y Él espera como el Padre del hijo pródigo”.
Por otro lado, el Santo Padre ha asegurado que siempre le ha conmovido lo que Benedicto XVI dijo en un ocasión: que la fe no es una teoría, una filosofía o una idea sino un encuentro con Jesús.
Finalmente, el Pontífice ha señalado que los doctores de la ley “sabían todo de la dogmática del tiempo, todo de la moral de aquel tiempo”. Pero –ha lamentado– no tenían fe porque su corazón se había alejado de Dios.


 Zenit

Campaña de Personas Sin Hogar de Cáritas: La calle de los invisibles


«Cuando estás en la calle viviendo, te vuelves invisible», dice Alberto, de 24 años. Hijo de un padre con comportamiento violento y de una madre con trastorno bipolar, creció desde los 13 años en un centro de menores, «y a los 18 años me echaron. Tuve un trabajo pero lo perdí, y así acabé en la calle. Yo solo quiero un trabajo, una casa y una familia», explica en el vídeo que Cáritas, FACIAM (Federación de Asociaciones de Centros para la Integración y Ayuda a Marginados) y FEPSH (Federación de Entidades de Apoyo a las Personas Sin Hogar) han hecho público dentro de la campaña de Personas Sin Hogar 2016, que se celebra este domingo 27 de noviembre bajo el lema Por dignidad. Nadie sin hogar.
La campaña se lanzó este jueves en Madrid con una marcha de cientos de personas vestidas con una camiseta con el lema Nadie sin hogar, por la calle Arenal desde la puerta del Sol hasta la plaza de Ópera.
Los organizadores apuntan cinco objetivos concretos de la campaña: «que nadie duerma en la calle; que nadie viva en alojamiento de emergencia por un periodo superior al necesario; que nadie resida en alojamientos temporales más de lo estrictamente necesario; que nadie abandone una institución sin alternativa de alojamiento; y que ningún joven termine sin hogar como consecuencia de la transición a la vida independiente».
Para Enrique Domínguez, responsable nacional del Programa de Personas Sin Hogar de Cáritas Española, la visibilidad de las personas sin hogar «es una petición clara al reconocimiento de la dignidad y humanidad de estas personas. Pero este reconocimiento no puede quedarse en una mera observación, sino que debe ser un motor de cambio que nos ha de mover e incitar a la acción».
Según el informe ¿En qué sociedad vivimos?, de Cáritas Española, hay 40.000 personas que viven sin hogar en nuestro país, mientras que la situación de vivienda insegura (sin título legal, con notificación de abandono, bajo amenaza de violencia, etc.) afecta a 1,1 millones de hogares y a 3,6 millones de personas.
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Alfa y Omega

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL EVANGELIO DE HOY:




Dejémonos encontrar por Jesús «con la guardia baja, abiertos», para que Él pueda renovarnos desde lo profundo de nuestra alma. Es la invitación del Papa Francisco al inicio del tiempo de Adviento.

El camino que comenzamos en estos días, exhortó, es «un nuevo camino de Iglesia, un camino del pueblo de Dios, hacia la Navidad. Y caminamos al encuentro del Señor». La Navidad es, en efecto, un encuentro: no sólo «una celebración temporal o bien —indicó el Pontífice— un recuerdo de algo bonito. La Navidad es algo más. Nosotros vamos por este camino para encontrar al Señor». 

Por lo tanto, en el período de Adviento «caminamos para encontrarlo. Encontrarlo con el corazón, con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe».

El Papa recordó el episodio del centurión que, según el relato del Evangelio de Mateo (8, 5-11), se postra ante Jesús para pedirle que cure a su siervo. «El Señor, en la palabra que hemos escuchado —explicó el Papa—, se maravilló de este centurión. Se maravilló de la fe que tenía. Había hecho un camino para encontrar al Señor. Pero lo había hecho con fe. 

Por ello no sólo encontró al Señor, sino que sintió la alegría de haber sido encontrado por el Señor. Y éste es precisamente el encuentro que nosotros queremos, el encuentro de la fe. Encontrar al Señor, pero dejarnos encontrar por Él. ¡Es muy importante!».

Cuando sólo nos limitamos a encontrar al Señor, subrayó, «somos nosotros —pero esto digámoslo entre comillas— los “dueños” de este encuentro». Cuando, en cambio, «nos dejamos encontrar por Él, es Él quien entra dentro de nosotros» y nos renueva completamente.

«Esto es lo que significa que venga Cristo: rehacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el alma, la vida, la esperanza, el camino».

En este período del año litúrgico, por lo tanto, estamos en camino para encontrar al Señor, pero también y sobre todo «para dejarnos encontrar por Él». Y debemos hacerlo con corazón abierto, «para que Él me encuentre, me diga lo que quiere decirme, que no es siempre lo que quiero que Él me diga». 

No olvidemos entonces que «Él es el Señor y me dirá lo que tiene para mí», para cada uno de nosotros, porque «el Señor —indicó el Pontífice— no nos mira en conjunto, como a una masa: ¡no, no! Él nos mira uno por uno, a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor abstracto, sino un amor concreto. Persona por persona. El Señor, persona, me mira a mí, persona». 

He aquí por qué dejarnos encontrar por el Señor significa, en definitiva, «dejarse amar por el Señor».

«Pidamos la gracia de hacer este camino con algunas actitudes que nos ayuden. La perseverancia en la oración: rezar más. La laboriosidad en la caridad fraterna: acercarnos un poco más a quienes tienen necesidad. Y la alegría en la alabanza al Señor». 

Por lo tanto, «comenzamos este camino con la oración, la caridad y la alabanza, a corazón abierto, para que el Señor nos encuentre». Pero, pidió el Papa como conclusión, «por favor, que nos encuentre con la guardia baja, abiertos».
Fuente: L’Osservatore Romano, 6-12-2013

NO SOY DIGNO DE QUE ENTRES EN MI CASA




Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-11):

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».

Le contestó: «Voy yo a curarlo».

Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor