En otras ocasiones, los terroristas se resisten a abandonar sus posiciones y luchan encarnizadamente. Sea de una forma u otra, cuando las tropas consiguen reconquistar cualquier localidad los soldados se apresuran a entrar en las iglesias para rezar y alzar las cruces que los terroristas habían intentado exterminar.
Es el caso de la localidad de Batnaya, situada a tan solo 24 kilómetros de Mosul -el último bastión del Daesh en Iraq-. Desde allí nos llegan unas fotografías del periodista Ferran Barber, colaborador de Alfa y Omega y que se encuentra en el país cubriendo la guerra para diversos medios de comunicación (Artículo de Ferran Barber: Así sobrevivieron tres ancianas cristianas al Daesh: «Sois viejas, no merece la pena gastar balas con vosotras»). En las fotografías se puede ver un pueblo casi totalmente en ruinas, unas imágenes que parecen sacadas de cualquier terremoto pero que en realidad revelan la barbarie del autoproclamado Estado Islámico.
Los terroristas se ensañan especialmente con los símbolos cristianos, especialmente con las cruces. A continuación vemos una inscripción en árabe presidida por una cruz, y a la que le han descerrajado cinco disparos.
También la Virgen sufre las consecuencias del paso del Daesh. A esta imagen le han cortado la cabeza y la han arrojado al suelo sin ningún tipo de consideración. Incluso se le intuye un disparo en la parte superior.
Pero una vez que las tropas de la coalición se hacen con el control de Batnaya, la cruz, derribada por las huestes del ISIS, vuelve a alzarse sobre la cúpula de su iglesia.
Alfa y Omega
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