Uno de los motivos de que Benedicto XVI accediera a que se publicasen en vida suya las entrevistas al periodista Peter Seewald es que «quizá tenía miedo de que sin unas últimas palabras de él sobre su renuncia quedara una sombra que oscureciera su trabajo» de anunciar a Cristo
Benedicto XVI contestó a las preguntas de sus últimas entrevistas con «una inocencia y una apertura sin precedentes». Lo cuenta al suplemento de religión del diario alemán “Die Zeit” Peter Seewald, autor de Últimas conversaciones. Este libro-entrevista con el Papa emérito se publica este viernes en muchos países, aunque en España no llegará hasta octubre de la mano del grupo de comunicación Loyola.
La revelación que ha causado más revuelo de la entrevista de Seewald es que, cuando era estudiante, Joseph Ratzinger «se enamoró… de forma muy seria» y «tuvo mucha lucha por ello». Este tema –aclara– no está incluido en el libro. Se lo contó un compañero del joven Ratzinger. El futuro Papa «era un joven apuesto, un esteta que escribía poesía y leía a Herman Hesse. Impresionaba bastante a las mujeres, y viceversa. La decisión de optar por el celibato no fue fácil para él».
«Este libro no debería existir»
Seewald es buen conocedor de Benedicto XVI, al que ya entrevistó en los libros Dios y el mundo y Luz del mundo. En el diálogo con Christ und Welt –suplemento de Die Zeit–, confiesa que «este libro no debería existir. Mi entrevistado no estaba a favor». Seewald pidió las entrevistas para su biografía, y Benedicto XVI accedió, pero no quería que se publicaran en vida.
«Al transcribir las grabaciones me quedó claro que esto era más que comentarios o añadidos a su currículum, era un documento histórico. Aquí estaba una vez más Ratzinger para escucharle sin la distorsión de los medios, especialmente sobre la renuncia». Por ello, era necesario publicarlas.
«Intenté convencerle de ello», argumentando que «en tres años se ha deslizado una lectura que me enfada: Joseph Ratzinger fue una elección equivocada como Papa, y lo mejor del pontificado fue su renuncia. Se trataba de mantener el acceso directo al mensaje y la inspiración de Benedicto. Desde mi punto de vista era de vital importancia para el futuro de la fe, la Iglesia y la sociedad». El Papa emérito aceptó. «Quizá realmente ha tenido miedo de que sin unas últimas palabras de él sobre su renuncia quedara una sombra que oscureciera su trabajo», que para él es importante no por ser obra de Joseph Ratzinger, sino como «proclamación de Cristo».
«Me fui porque no estaba bajo presión»
Pero puso una condición: que «el Papa Francisco diera su permiso». La relación con su sucesor y la renuncia son, por tanto, uno de los ejes centrales de Últimas conversaciones. Seewald explica que dentro de su total lealtad a Francisco, con quien mantiene un contacto continuo, Benedicto XVI no oculta sus diferencias de temperamento, y reconoce sus propias debilidades. Por ejemplo, que las cuestiones organizativas no son su fuerte. Por tanto, quienes quieran utilizar a Benedicto para intrigar contra Francisco, «muerden granito».
«La afirmación central de Benedicto –explica Seewald– es: me pude ir porque no estaba bajo presión. Estaba debilitado, física y mentalmente, lo describe vívidamente, pero no se sentía bajo presión política. Porque bajo esa presión, dice, uno no debe ser débil».
«Vive en oración y para la oración»
El periodista alemán cuenta la tranquila rutina diaria de Benedicto XVI, y cómo durante las entrevistas no quería beber ni siquiera agua. Su único «placer mundano» es ver las noticias de la tarde en la televisión y las películas de Don Camilo y Peppone. «Mi impresión es que ahora realmente vive en oración y para la oración».
Seewald recuerda que cuando le preguntó al Papa emérito si llegaría a celebrar su 90º cumpleaños, en abril próximo, contestó: «Esperemos que no». «Puedes ver –añade– que ha vivido su vida. No quiero decir que esté cansado de la vida, pero ya lo ha dado todo. Y sentía el anhelo de entrar ahora en esa nueva esfera, que con tanta frecuencia había anticipado en su pensamiento, de estar más cerca de su Jesús».
Benedicto XVI –cuenta su entrevistador– «no pensaba vivir mucho después de su renuncia. Pero tiene la habilidad de recuperarse. Un día piensas que es la última visita, y la próxima vez te das cuenta de que ha cogido nuevas fuerzas».
Crítica a la Iglesia alemana
Este jueves, varios medios se hacen eco de algunos fragmentos del libro de Seewald. El también alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung recoge, por ejemplo, las críticas del Papa emérito contra la Iglesia alemana, similares a las que esbozó en su viaje de 2011 a su país natal. En él, hay demasiada «burocracia espiritual» y demasiada poca «dinámica de fe», debido al gran número de asalariados de la Iglesia. «Tenemos este catolicismo establecido y bien pagado, con frecuencia con católicos empleados que entonces entran, en su relación con la Iglesia, en una mentalidad comercial».
«Hay que prepararse para la muerte»
También el periódico italiano Il Corriere della Sera recoge varios párrafos. En uno de ellos, afirma que «no me ha afectado lo más mínimo» que «mi sucesor no quisiera ponerse la muceta. En vez de eso lo que me ha afectado es que ya antes de salir a la logia ha querido llamarme por teléfono, pero no me ha localizado porque justo en ese momento estábamos delante de la televisión». El Papa emérito también confiesa que, aunque conocía a Bergoglio, «no pensaba que estuviera en el restringido grupo de candidatos».
En estos fragmentos Ratzinger cuenta además cómo preparó el texto de su renuncia, su percepción de los últimos cambios en la Iglesia, compara sus habilidades con las de Francisco. Y concluye afirmando que «hace falta prepararse para la muerte. No en el sentido de cumplir ciertos actos, sino de vivir preparándose a superar el último examen frente a Dios».
María Martínez López, Alfa y Omega.
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