martes, 20 de septiembre de 2016

Más de un centenar de teólogos y expertos exige a Roma un "documento magistral" que avale el uso de anticonceptivos


"La opción del uso de anticonceptivos para la planificación de la familia o con propósitos profilácticos puede ser una decisión responsable y ética e incluso un imperativo moral". Más de un centenar de teólogos y expertos han suscrito un documento, auspiciado por el Wijngaards Institute del Reino Unido, en el que piden que la Iglesia dé marcha atrás en su prohibición de los métodos anticonceptivos "artificiales".
Entre los expertos mundiales que firman este documento, se encuentran seis españoles: Juan Barreto Betancort, Benjamín Forcano, Juan Masiá, Jesús Peláez del Rosal, José María Vigil yEvaristo Villar. La declaración será presentada este martes en Nueva York, en un acto del Fondo de Población de las Naciones Unidas.
Este manifiesto, en su esencia, sostiene que "no hay fundamentos ni en la Biblia ni en la naturaleza que soporten la actual enseñanza oficial católica... [que] el uso de anticonceptivos "artificiales" ... es siempre incorrecto". Los firmantes hacen un análisis crítico de las tesis de la encíclica Humanae Vitae, base de las enseñanzas magistrales sobre la regulación de la natalidad de allá en 1968, cuando fue publicada, a esta parte.
El problema, destacan los académicos, es una cierta confusión entre las esferas científica y teológica, ya que "es incorrecto derivar un requisito moral directamente desde un enunciado factual". Por ejemplo: aunque la relación sexual tenga la capacidad de transmitir la vida, no se puede deducir de tal correlación -que además resulta ser estadística, y no determinística- la existencia de una ley divina que mande tal resultado, que igualmente no habría sido revelada por Dios como verdad eterna.
La reevaluación ofrecida en el manifiesto del Wijngaards Institute de la moralidad de usar anticonceptivos "artificiales" afirma, asimismo, que "la Biblia identifica una variedad de motivos moralmente dignos no dirigidos a la concepción para entablar relaciones sexuales", entre las cuales se encuentran el "placer, amor, consuelo, celebración y compañía". No solo eso, sino que si el uso de anticonceptivos pueden hacer disminuir a la morbilidad y la mortalidad materna, la mortalidad infantil y el aborto -además de facilitar la planificación de una familia- su utilización podría ser considerado ética y moralmente correcto.
Sobre la base de esta reexaminación de la ciencia y ética católica del empleo de los anticonceptivos, los suscritores de la declaración de Wijngaards concluyen con una series de seis recomendaciones que pasarían, entre otras cosas, por que la publicación de un"documento oficial magisterial" que afirma "que el uso de anticonceptivos no-abortivos modernos con fines profilácticos puede ser moralmente legítimo e incluso moralmente obligatorio". Tal documento papal, sugieren los académicos, podría incluir provisiones no solo hacia la distribución de anticonceptivos en hospitales y clínicas católicos, sino también para la relativización de Humanae vitae dentro de la pastoral de la salud, por un lado, y la rehabilitación de académicos católicos censurados por su oposición a la encíclica, por otro.

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