domingo, 28 de agosto de 2016

EL CONSEJO DEL SABIO

Hace unos días, al seguir las lecturas litúrgicas, se me grabó en la memoria un pensamiento del profeta Miqueas: “Hombre, se te ha hecho saber lo que es bueno, lo que el Señor quiere de ti: tan solo practicar el derecho, | amar la bondad, | y caminar humildemente con tu Dios” (Mq 6, 8).
Este domingo, al meditar los textos que se proclaman – “Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”-, me acude la resonancia del tríptico profético: “practicar el derecho, amar la bondad, caminar humilde”.
El consejo del maestro espiritual es claro: “Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes”.

En el camino espiritual un signo que muestra si se avanza es comprobar si se camina humilde, sin afanes desmedidos ni pretenciosos, sabiendo de quién proceden los dones. En esta conciencia, al tiempo que surge la acción de gracias y el gesto humilde, también surge la misericordia.

Quien avanza por el camino de la humildad es solidario con los pobres y con los necesitados, y no perece en los protocolos vanidosos de las reuniones sociales, en las que tantas veces se incurre en el deseo de aparentar.
Nos gusta contar que somos amigos de gente importante, que hemos tratado con personas de renombre, que hemos visto a alguien afamado, pero esta tendencia choca con la enseñanza del Evangelio: “Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos”.
La bondad de Dios, que siempre debe ser el referente de nuestra manera de vivir, es compasiva con los pobres. “Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece”.
La experiencia de la peregrinación es maestra de humildad, porque en el camino todos van a pie, paso a paso, comprobando la debilidad, sin autosuficiencia, sensible al peregrino compañero. Sin duda que es escuela de confianza, de misericordia y de humildad.
Ángel Moreno de Buenafuente

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