San Jerónimo
3-4a. «Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir.» Envió a su siervo; y no cabe duda que éste fue Moisés, por quien se dio la ley a los invitados. Aunque leemos siervos (como se encuentra en muchos ejemplares), debemos entender que se refiere a los profetas; porque invitados por ellos, no quisieron venir. Sigue, pues: «Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados…» Debe creerse que los siervos que fueron enviados la segunda vez son los profetas más bien que los apóstoles; y así, si antes está escrito el siervo, cuando después de lee los siervos, debe entenderse que estos segundos siervos son los apóstoles.
4b. «Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda.» El banquete preparado, los toros y los animales cebados ya muertos, representan, en sentido metafórico, las riquezas del rey, para que por medio de las cosas materiales se venga en conocimiento de las espirituales. Además, la magnificencia de los dogmas, y la doctrina del Señor, pueden conocerse de una manera evidente en la plenitud de la ley.
7a. «Se airó el rey …» Cuando invitaba a las bodas y obraba con clemencia, era llamado hombre; pero ahora, cuando vino a aleccionarse calla la palabra hombre, y únicamente se le llama rey.
7b. «… enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.» [1] Por estos ejércitos entendemos los ejércitos romanos, capitaneados por Vespasiano y por Tito, los cuales, habiendo destruido los pueblos de Judea, prendieron fuego a la ciudad prevaricadora.
9. «Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.» El pueblo gentil no estaba en los caminos, sino en las salidas de los caminos.
10a. «Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos…»También entre los gentiles hay una diversidad infinita, pues debemos conocer, que unos están más inclinados a lo malo, y otros practican las virtudes por sus buenas costumbres.
11b-12a. «Había allí uno que no tenía traje de boda…» El vestido nupcial es también la ley de Dios y las acciones que se practican en virtud de la ley y del Evangelio, y que constituyen el vestido del hombre nuevo. El cual si algún cristiano dejare de llevar en el día del juicio, será castigado inmediatamente; por esto sigue: «Le dice: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?” El se quedó callado.» Le llama amigo, porque había sido invitado a las bodas (y en realidad era su amigo por la fe), pero reprende su atrevimiento, porque había entrado a las bodas, afeándolas con su vestido sucio.
12b. «El se quedó callado.» Entonces, cuando todos los ángeles y el mundo entero sean testigos de los pecados, no habrá lugar a petulancias ni se podrá negar.
13b. «Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.»En el llanto de los ojos y en el rechinar de dientes, se da a conocer la magnitud de los tormentos por medio de una metáfora de miembros corporales. Los pies y las manos atadas, el llanto de los ojos y el rechinar de dientes, son para que se entienda la veracidad de la resurrección.
14. Y como en el convite nupcial no se busca el principio, sino el fin, añade: «Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»
Notas
[1] Cierta crítica usa estas palabras para afirmar que el Evangelio de San Mateo fue escrito en fecha tardía. Sorprende realmente que si eso fuera así -que habría sido escrito después de la caída de Jerusalén en el año 70 d.C.- tan poco impacto hubiera hecho tal catástrofe en los relatos, ya que es ignorada a pesar de sus terribles consecuencias en el judaísmo. Las palabras del v. 7, por lo demás son un asunto secundario en la parábola. El pasaje, a pesar de su vaguedad sobre precisiones de lo ocurrido, ha sido calificado por la crítica racionalista -que no cree en profecías ni en milagros- como retrospectivo. El tema está vinculado a Is 5, que ya aparece en Mt 21,33. (Gundry) “No tenemos necesidad alguna de suponer en Mateo una retrospección de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C.”. Luego de abundar en su análisis concluye: “Por lo tanto, 22, 7, no apunta hacia atrás al 70 d.C., sino es más bien una dramática figura del juicio derivada de la predicción de Isaías de la destrucción de Jerusalén”.
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