“La salvación divina implica la lucha con el pecado, que pasa a través de la puerta estrecha de la Cruz. Éste es el camino que Jesús indicó claramente a sus discípulos, como atestigua el Evangelio de hoy: «Seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».
Por ello, hoy rezamos de modo especial por los cristianos que sufren discriminaciones a causa del testimonio dado por Cristo y el Evangelio.
Estamos cerca de estos hermanos y hermanas que son acusados injustamente y convertidos en objeto de violencias de todo tipo. Estoy seguro de que, lamentablemente, son más numerosos hoy que en los primeros tiempos de la Iglesia. ¡Son muchos!
Esto sucede especialmente allí donde la libertad religiosa aún no está garantizada o no se realiza plenamente. Sin embargo, también hay países y ambientes que sobre el papel tutelan la libertad y los derechos humanos, pero donde, de hecho, los creyentes, y especialmente los cristianos, encuentran limitaciones y discriminaciones.
Para el cristiano esto no sorprende, porque Jesús lo anunció como ocasión propicia para dar testimonio. Sin embargo, a nivel civil, la injusticia se debe denunciar y eliminar.
Desearía pediros que recéis un momento en silencio por estos hermanos y hermanas. Y los encomendamos a la Virgen. Que María, Reina de los mártires, nos ayude a vivir... con ese ardor de fe y amor que resplandece en todos los mártires de la Iglesia”.
(Del Ángelus del Papa Francisco el 26-12-2013)
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