En las palabras de Benedicto XVI,
15,VII,06:
"El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas.
El más célebre de estos hombres de Dios
fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió
valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe
en el Dios único y verdadero.
Inspirándose en la figura de Elías, surgió la Orden contemplativa de los «Carmelitas»,familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Sean).
Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios.
Los marineros, antes de la edad de la
electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso
océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar,
nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es
Cristo.
Por la invasión de los sarracenos, los
Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo.
Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.
Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.
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