domingo, 17 de julio de 2016

La opción por Cristo: la mejor parte. Cristianos perfectos

Una gran tentación que se les presenta a todos los cristianos es la de la prepotencia. Pensar que, por ser cristianos, ya se ha conseguido la salvación. Muchos especifican esta tentación con actitudes concretas: no asisten a la celebración dominical de la eucaristía, no acuden al sacramento de la reconciliación, y piensan que son más que los demás.
Otros, a lo mejor piadosos, se creen mejores por estar más o menos vinculados a la Iglesia o algunos de sus jerarcas...Y hay quienes siguen diciendo creer a su manera. Sin embargo, el evangelio nos recuerda algo: estamos en camino a la perfección. Es decir camino a crecer y a desarrollarnos como creyentes hijos de Dios. Así lo deja ver también la carta a los Colosenses: "Ese mismo Cristo a quien predicamos... a fin de que todos sean cristianos perfectos"
Para lograr la perfección mencionada se requiere ante todo la humildad para reconocer la inmensa necesidad que tenemos de Dios. Humildad para sabernos "hijos de Dios" y, por tanto "hermanos" de los demás seres humanos, sin distinción de ningún tipo. Con esta actitud de sencillez se puede abrir el corazón para llenarse de la sabiduría de Dios. Ésta se alcanza con el contacto directo con Él, sobre todo por medio de la Palabra de Dios y la enseñanza del Evangelio. La idea es conseguir el encuentro con Cristo de manera continua... ése es el camino de la perfección.
De hecho, en la Carta a los Colosenses se nos invita a dejarnos contagiar de la Gloria de Dios: "Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza del designio de salvación"... así se logrará que Cristo viva en nosotros mismos. En la carta a los Gálatas, Pablo lo dice de manera también clara y directa cuando afirma "no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí". Esto es importante tenerlo en cuenta. La finalidad de la evangelización incluye motivar y promover el encuentro con Cristo. Esto, en otras palabras, es "optar por Cristo". Pero esta opción no es algo que se queda en formalismos: es una decisión de vida; es decir llegar a tener los mismos sentimientos de Jesús y actuar en su nombre.
En el evangelio se nos relata un episodio donde se corrobora lo antes dicho: Marta se preocupa porque su hermana María no la ayuda en los afanes domésticos y se queda con Jesús. Éste dice una palabra que nos revela la actitud con la cual todo cristiano debe vivir, incluso en su vida cotidiana: "Ella ha elegido la mejor parte". No desautoriza a Marta, pero a la vez reafirma la importancia de la opción por Cristo: la mejor parte.
Y es algo que debemos tener muy en cuenta todos los discípulos de Jesús. Cualquiera que sea nuestra condición y nuestro trabajo, es en el nombre de Cristo como lo debemos hacer. El hacerlo requiere que se haga desde la opción y seguimiento de Jesús. La mejor parte se manifestará en la fidelidad de los esposos, en la solidaridad de los ciudadanos, en la responsabilidad de todos, en el cumplimiento de los deberes, en el ejercicio del sacerdocio ministerial, en la humildad y en la práctica de las bienaventuranzas...
En el mundo de hoy corremos el peligro de "creernos" salvados por ser cristianos. Sin embargo, estamos llamados a "caminar" por las sendas de la novedad de vida e ir creciendo; poner las manos en el arado con la vista puesta en el horizonte del Reino. Dejarnos llenar del Espíritu de Dios para poder decir que todo lo podemos en Cristo nuestra esperanza.
Frente a las tentaciones de "mundanidad espiritual" de las cuales nos habla el Papa Francisco, la mejor actitud de prevención y superación de dichas tentaciones es la de saber que somos discípulos, seguidores de Cristo, por quien hemos hecho una decidida opción.
(Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal)

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