lunes, 18 de julio de 2016

Donde haya odio ponga paz

Hoy más que nunca se hace actual y necesaria la oración por la paz que se atribuye a san Francisco de Asís.
"Donde haya odio ponga paz...", refleja todo una propuesta para este tiempo que parece opacar la búsqueda de una paz verdadera. El santo de Asís promueve una forma de ser y estar en el mundo que implica renunciar a la violencia, al odio y a toda actitud que impida la paz y la fraternidad.
Esta es la idea que ha pronunciado, a su modo, la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos frente a los sucesos acaecidos en Niza, al decir: "la oscuridad de la violencia no puede atenuar las aspiraciones más altas de la humanidad para vivir en paz".
Cierto es que estos hechos lamentables resultan incomprensibles y cuestionan muchos elementos fundamentales de la existencia -paradigmas de convivencia, de pensamiento, de tolerancia, etcétera- que se tenían como válidos. Ante esto no nos queda más que volver a nuestras raíces, nuestra tradición cristiana y responder como san Francisco de Asís.
En octubre del año 2015, el rabino y filósofo Jonathan Sacks publicó un libro titulado Not in God's Name. Confronting Religious Violence (No en Nombre de Dios. Luchar contra la violencia religiosa), y defiende desde su perspectiva la idea franciscana de la búsqueda de la paz. Una de las tesis que argumenta es que "el siglo XXI no será un siglo de secularización, sino que será una era de des-secularización y de conflictos religiosos".
Sacks prosigue, el "secularismo olvidó que el Homo Sapiens es un animal en busca de sentido", algo que no proveen las grandes instituciones" ni los grandes sistemas de pensamiento. La ausencia de sentido ha hecho que "el siglo XXI deje un máximo a la elección y un mínimo al sentido". El ser humano ha retornado a la religión porque ha experimentado que es muy difícil vivir sin sentido y sin orientación.
Es muy difícil conseguir la paz sin la ayuda de la religión. Para Sacks, la religión en sí misma no causa violencia, es el fanatismo religioso que elige parcialmente ciertos elementos de una religión y genera una mentalidad que divide el mundo entre aquellos impecablemente buenos y los otros irremediablemente malos. A esta tendencia Sacks lo denomina dualismo patológico y reconoce que en la historia de la humanidad ha habido dualismos -Gnósticos, Maniqueísmo, entre otros- pero que no han sido violentos.
Resulta, por ende, inconcebible pretender vincular la violencia con Dios. "Invocar el nombre de Dios para justificar la violencia contra los inocentes no es un acto religioso, es un sacrilegio. Es un tipo de blasfemia. Es tomar el nombre de Dios en vano". ¿Cómo es posible que la gente mate en nombre del Dios de la vida? ¿Cómo es posible que se promueva la guerra en nombre del Dios de la paz? ¿Cómo es posible el odio en nombre del Dios del amor? ¿Cómo es posible la práctica de la crueldad en nombre del Dios de la compasión?
Ante tales cuestionamientos el pensador judío propone el recurso a la figura del Abraham. Abraham no es simplemente el padre en la fe, es la alternativa a la violencia de su época. "Abraham no tenía un imperio, no dirigió un ejército, no conquistó territorios, no hizo milagros ni anunció profecías, pero sí vivió, pensó y creyó de una forma muy diversa a la de sus vecinos" y eso cambió el rumbo de la historia.
El libro del Génesis está lleno de violencia y conflictos -Caín-Abel, Isaac-Ismael, Jacob-Esaú, José y sus hermanos- que no se reducen a simples conflictos de diversos sistemas de pensamiento y opciones de vida, sino que es una rivalidad entre hermanos. Al final de todo este "rompecabezas" de conflictos y rivalidades que nos ofrece el primer Testamento, la "pieza" fundamental que da el toque definitivo es Abraham.
Ante el fanatismo religioso que produce violencia, el trabajo que queda por hacer no es responder en la misma media, sino elaborar una teología que genere una forma de vivir, de pensar y de creer donde la integración de la religiones resultan imprescindibles. Abraham está presente en las tres religiones y podría ser un paradigma de integración. Del mismo modo, Francisco de Asís, podría ser una figura que aúna a todos como hermanos, en una fraternidad universal.
Por lo tanto, no es tiempo para continuar dedicando esfuerzos en marginar las raíces de nuestra cultura, estamos en un tiempo para hacer silencio y escuchar al Dios de todos los tiempos que nos habla en nuestro tiempo. La empatía, la simpatía, el conocimiento y la racionalidad son usualmente suficientes para vivir en paz con los demás, pero no en tiempos difíciles.
Si de los conflictos narrados en el libro del Génesis nació el pacto familiar y de los conflictos del libro Éxodo nació el pacto nacional, el mensaje implícito es que no es suficiente que las familias vivan en paz, es posible que nazca una nueva nación en donde "Judíos, Cristianos y Musulmanes puedan estar juntos en defensa de la humanidad, la santidad de la vida, la libertad religiosa y el verdadero culto a Dios".
En el paradigma abrahámico subyace el mensaje: No odies a la gente que te persigue. Aprende de esa experiencia para construir una sociedad sin persecución. Genera vida, familia, futuro y esperanza. El odio nos hace esclavos. Educa en el perdón, en la paz y en la misericordia.

(Lucio Nontol, corresponsal en NY) Religión digital.

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