En una primaveral Plaza
de San Pedro, miles de fieles y peregrinos de numerosos países volvieron a
reunirse el primer miércoles de abril, para asistir a la audiencia general delPapa Francisco,
quien en su catequesis propuso meditar sobre el Evangelio de la Misericordia,
tras haber concluido su serie centrada en el Amor de Dios según el Antiguo
Testamento.
Hablando en italiano el Santo
Padre explicó que Jesús es la Misericordia de Dios hecha carne. Una Misericordia que él mismo
expresó, realizó y comunicó siempre, en cada momento de su vida terrenal, como
cuando se encontraba con la muchedumbre para anunciar el Evangelio, curar a los
enfermos, acercándose a los últimos y perdonando a los pecadores. Un amor que –
dijo Francisco – alcanzó su culmen en el
Sacrificio de la Cruz.
El Obispo de Roma explicó que los cuatro
Evangelistas atestiguan que Jesús, antes de emprender su ministerio, quiso
recibir el bautismo de Juan Bautista, acontecimiento que imprime una
orientación decisiva de toda la misión de Cristo, puesto que Él se presentó al
mundo, tras treinta años de vida escondida en Nazaret, junto a la gente de su
pueblo en el río Jordán.
De ahí que el Papa
Bergoglio haya explicado que todo
lo que realizó Jesús tras su bautismo fue la realización del programa inicial,
es decir, llevar a todos el amor de Dios que salva. ¡El Hijo enviado por el
Padre es realmente el inicio del tiempo de la Misericordia para toda la
humanidad!, exclamó el Santo Padre.
Podemos contemplar más
claramente – añadió – el gran misterio de este amor dirigiendo nuestra mirada a
Jesús crucificado, puesto que mientras está a punto de morir inocente por
nosotros que somos pecadores, suplica al Padre que perdone a los responsables
porque no saben lo que hacen.
Al concluir su catequesis el Pontífice reafirmó
que en la cruz Jesús presenta la Misericordia del Padre razón por la cual no
debemos temer reconciliarnos y confesarnos pecadores, porque todo pecado ha
sido llevado por el Hijo a la cruz.
El Papa
Francisco invitó, por último, a que
en este Año Jubilar pidamos a Dios la gracia de hacer experiencia del poder del
Evangelio de la Misericordia que trasforma, que nos hace entrar en el corazón
de Dios y que nos vuelve capaces de perdonar y de ver al mundo con mayor bondad.
(María Fernanda Bernasconi -
RV).
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