De la Exhortación
Apostólica Postsinodal “Verbum Domini” de Benedicto XVI:
La novedad de la revelación bíblica consiste en
que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros. La
Constitución dogmática Dei Verbum había expresado esta realidad reconociendo
que «Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para
invitarlos y recibirlos en su compañía». […]
La Palabra aquí no se expresa principalmente
mediante un discurso, con conceptos o normas. Aquí nos encontramos ante la
persona misma de Jesús. Su historia única y singular es la palabra definitiva
que Dios dice a la humanidad.
Así se entiende por qué «no se comienza a ser
cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello,
una orientación decisiva».
La renovación de este encuentro y de su comprensión
produce en el corazón de los creyentes una reacción de asombro ante una
iniciativa divina que el hombre, con su propia capacidad racional y su
imaginación, nunca habría podido inventar. Se trata de una novedad inaudita y
humanamente inconcebible: «Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros»
(Jn1,14a).
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