La Santa Sede pide a la comunidad internacional más fondos para acoger a
cuatro millones de personas.
Gallagher: "El precio de la crisis se mide con la muerte y el
sufrimiento de millones de seres humanos"
La Iglesia Católica destinó en 2015 un total de 150 millones de dólares para la atención de los refugiados que llegan a Jordania, Líbano, Irak, Turquía y Egipto y
pide más fondos para 2016.
Más de cuatro millones de personas se
han beneficiado de estas donaciones que se recaudaron gracias a los
llamamientos de las conferencias episcopales, a los donativos privados y en
colaboración con los gobiernos y las organizaciones internacionales.
Así lo ha trasladado el secretario para las Relaciones
con los Estados, el arzobispoPaul R. Gallagher,
durante la Conferencia de Países Donantes para Siria que ha tenido lugar este
jueves en Londres (Reino Unido) y que tiene como objetivo dar respuesta a la
crisis humanitaria en Siria.
En 2015, las instituciones
católicas destinaron estos fondos a: educación con 37 millones de dólares para
programas de formación en el Líbano y Jordania; asistencia alimentaria, con 30
millones de dólares, en su mayoría para Siria; asistencia no alimentaria, con aproximadamente
30 millones de dólares en Siria e Irak; salud, con cerca de 16 millones de
dólares destinados al sector sanitario, especialmente en Siria, Jordania e
Irak; y vivienda, con 10 millones de dólares para alojamiento de los refugiados
y desplazados internos.
Otros 12 millones de
dólares han sido utilizados para proporcionar asistencia directa en efectivo,
agua y saneamiento, medios de sustento y asistencia socio-psicológica.
En todo caso, las
solicitudes de fondos para el 'Plan Regional para los Refugiados y la
Resiliencia 2016-2017 en respuesta a la crisis de Siria (3RP) de las Naciones
Unidas' son más altas en 2016. "Teniendo en cuenta las enormes necesidades
humanitarias, la Santa Sede une su voz a las peticiones de
más fondos para la asistencia a los refugiados y las
comunidades de acogida", ha subrayado el arzobispo.
Además, ha mostrado su
satisfacción por el hecho de que en esta conferencia de donantes se haya puesto
el acento en la necesidad de proporcionar educación, empleo y desarrollo
económico.
"A pesar de las esperanzas renovadas de una
solución política de la crisis, nuestros esfuerzos humanitarios se concentran
cada vez más no sólo en la ayuda de emergencia, sino también en las necesidades a medio y largo plazo de los
refugiados y de los países que los reciben", ha apuntado.
Además, ha asegurado el compromiso de la Iglesia
católica para seguir prestando asistencia humanitaria en el próximo año y ha
explicado que a la hora de ayudar no distinguen por religión. "En la
distribución de ayudas, los organismos y los entes
católicos no hacen distinciones respecto a la identidad
religiosa o étnica de las personas que la necesitan", ha aclarado.
Según ha precisado Gallagher, el mundo se encuentra
ante una crisis caracterizada por un creciente sufrimiento, que incluye "casos de desnutrición extrema de niños inocentes y de otros
civiles, especialmente entre el gran número de personas atrapadas en
zonas de difícil acceso y en estado de sitio" y ha advertido de que "el precio de la crisis se mide con la muerte y el sufrimiento de
millones de seres humanos".
Fuente: Religión Digital
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