“Prefiero una familia herida, que intenta todos los días
conjugar el amor, a una sociedad enferma por el encierro y la comodidad del
miedo a amar. Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar
a una sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort”, lo dijo el
Papa Francisco en su discurso en el Encuentro con las Familias celebrado en el
Estadio «Víctor Manuel Reyna», de Tuxtla Gutiérrez en México.
En su discurso, el Santo
Padre señaló que es necesario seguir confiando en Dios pata tener “motivos para
seguir apostando, soñando y construyendo una vida que tenga sabor a hogar, a
familia”. Porque su nombre es amor, su nombre es donación, su nombre es
entrega, su nombre es misericordia. Porque Él es capaz, dijo el Papa, “de
transformar nuestras miradas, nuestras actitudes, nuestros sentimientos muchas
veces aguados en vino de fiesta”.
Respondiendo a las
dificultades que las familias deben afrontar en nuestros días, el Obispo de
Roma señaló que debemos luchar contra la precariedad y la soledad. Sobre todo
contra la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y para ello, se
necesita “legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para
que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio
y un trabajo digno. Por otro lado, transmitir el amor de Dios que habían
experimentado en el servicio y en la entrega a los demás. Leyes y compromiso
personal – dijo el Papa – son un buen binomio para romper la espiral de la
precariedad”.
(Renato Martinez – Radio
Vaticano)
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